Una vez más, en el Palacio de Hacienda no descartan posponer para después del 28 de agosto la fecha límite para adherir a la oferta.

Frente a la evidencia de que la dureza en la negociación del grupo de bonistas que lidera el fondo BlackRock no cede, cuando restan diez días hábiles para llegar al 3 de agosto, la última fecha límite anunciada para cerrar el canje de deuda, el Gobierno argentino deslizó una amenaza: podría dejar de lado un acuerdo con los acreedores privados y avanzaría con el pendiente con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Al menos esto le dijeron fuentes oficiales al diario Clarín. La clave sería saber si es posible que el Palacio de Hacienda tome una decisión semejante.

Es posible que el Ejecutivo acuerde con los acreedores que ya aceptaron su propuesta y deje pendiente para más adelante la resolución con los restantes abriendo el final del canje, “pero sin ninguna posibilidad legal de darles algo más que lo que se les dará a los que acuerden ahora. Incluso pueden perderse algunas ventajas”, dijeron este domingo a Gaceta Mercantil fuentes del ministerio de Economía cercanas a la negociación.

Fondos como  Gramercy y Fintech (el socio del Grupo Clarín), y también otros más pequeños, anticiparon su acuerdo, pero la intransigencia de BlackRock perdura y sus portavoces en Nueva York advirtieron que no tienen “apuro” por cerrar un acuerdo, “pero el Gobierno argentino sí”, señalaron. 

Aunque el Gobierno dijo varias veces que la oferta sobre la mesa era la última y luego hubo mejoras, el propio presidente Alberto Fernández insistió en una entrevista publicada ayer en el Financial Times que su gobierno no puede “dar más” que lo que ofreció, según el concepto repetido de la deuda “sustentable”.

“Esperamos que el mundo nos entienda. No vinimos aquí para pelear con acreedores, vinimos a solucionar un problema que no creamos”, subrayó.

Por eso, de no conseguir llegar a los porcentajes requeridos para que se concrete el canje, se pospondrá la operación para otro momento, en el que, además, el efecto del coronavirus haya quedado atrás.

Avanzarán entonces en las negociaciones con el FMI para conseguir un préstamo que permita refinanciar la deuda con el organismo, que supera los 45.000 millones de dólares.

El 4 de agosto se puso como fecha límite porque la oferta no podía estar abierta más que 30 días ante la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés). 

El plazo original que habían pensado en el Gobierno era el viernes 28 de agosto. “Con cerrar cinco días hábiles antes de la liquidación, que está prevista para el viernes 4 de septiembre, alcanza”, mencionó una fuente oficial que está en la primera línea de las negociaciones.

Por esto no se descarta extender hasta el 28 de del mes próximo el plazo para adherir a la reestructuración de la deuda en dólares como última instancia para sumar adhesiones.

Admiten en el Ejecutivo que, luego de formalizar la última oferta oficial ante la SEC, no se recibió ninguna contrapropuesta de los tres grupos principales: Ad Hoc, Tenedores de Bonos de Canje y Comité de Acreedores.

Los dos primeros habían manifestado a través de un comunicado que la última propuesta se acercaba más a las pretensiones que tienen pero aún así la rechazaban. Ad Hoc y Tenedores aseguran tener el 32% del total de deuda a canjear, por lo que podrían trabar la reestructuración.

Según el umbral mínimo de participación que incorporó el equipo económico en la última oferta, se debe dar que un 50% acepte el canje (o un 60% cuando se aplican las cláusulas de acción colectiva).

Los cambios introducidos a fines de 2015 en las políticas del Fondo le permiten al organismo internacional dirigido por Kristalina Georgieva prestar a la Argentina aún en una situación de “default”.

La condición es que el Gobierno demuestre que actuó de buena fe con los acreedores privados y, entonces, los nuevo parámetros establecidos permitirían que hubiera financiamiento excepcional para el país.

El FMI viene señalando de manera indisimulada que no quiere que Argentina caiga en cesasión de pagos, menos en el contexto financiero mundial que le está reclamando un significativo aporte de fondos para decenas de países en esa situación a causa de la pandemia de coronavirus.