Otro sueco en la Buenos Aires de 1811

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Un escandinavo que pasó por Buenos Aires para dar un espectáculo es otro caso de un originario de esa remota región en el Río de la Plata. Su historia.

Ya que es domingo vamos a cambiar el tema de la historia de las epidemias con un curioso anuncio en el Buenos Aires de 1811.

El año pasado, en la recepción del día nacional de Italia, mi amigo Luis Guzmán Castellanos me presentó a Andreas Pérez Fransius y lo primero que me preguntó fue ¿Sabés quién es Graaner? Le dije que sí y que además había publicado un trabajo sobre este sueco que fue el único extranjero presente en el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816, y al que me referí en este sitio. Buena sorpresa se llevó Andreas porque es el primer secretario de la embajada de Suecia en nuestro país y tenía noticias al respecto de un viaje al norte, pero sabía que el nombre de Graaner poco decía a los argentinos en general.

Alguna vez hablamos de un homenaje a Graaner, de quien el año pasado se conmemoró el 200º aniversario de su fallecimiento; y, curiosamente, revisando viejos papeles me encontré otro sueco en el Buenos Aires de 1811 que seguro habrá hecho las delicias de los chicos y de los grandes, en el siguiente impreso: “AVISO AL PÚBLICO. Don Juan Pedro Laltzon, de nación SUECO, diestro profesor de juegos de manos, previo el permiso del Excmo. Gobierno, tiene el honor de poner en noticia del público, que se propone empezar sus exhibiciones de destreza, en diversos y muy curiosos juegos de manos, en casa del D. Salinas previniéndose que los boletos de entrada, se venderán en su habitación a los precios más equitativos posibles, y según la clase de personas. El infrascripto espera de la bondad de este respetable pueblo favorezca su empresa de igual modo que lo han hecho los demás de la República que ha tenido el honor de visitar”. Las exhibiciones, anunciaba, empezarían “a las siete de la noche del Domingo 6 del corriente y las familias que quieran concurrir tendrán la bondad de mandar sus asientos a la dicha casa a las horas de la tarde”.

Hasta aquí el aviso. Ignoramos de que mes pero sabemos que debió ser en enero o octubre de ese año, que fueron los que tuvieron domingos en día 6, pero nos queda aún una duda: quien es el propietario o habitante de la “casa del D. Salinas”, donde se iban a dar las funciones.

Nos atrevemos a pensar que se trata de la casa de la actriz Josefa Salinas y si se ve en el impreso, parece faltar una letra ya que hay mucho espacio entre la “D.” y la “S”. Esta señora era una porteña nacida en 1765 y Bosch la considera la primea mujer que actuó en el teatro de esta ciudad, después del incendio de la Casa de Comedias fundada por el virrey Juan José Vértiz. Pero vale hacer una aclaración: su verdadero apellido era Ocampo y había casado con un actor, Ángel Martínez. Sin embargo usó el seudónimo de Salinas, por lo cual era más lógico poner en el aviso el modo como se había popularizado la actriz.

En 1806, antes de la primera invasión, fue la primera actriz en la comedia heroica “Clelia triunfante en Roma”, obra de la que hay noticias de haberse estrenado en Madrid en mayo de 1786. Según el impreso de ese año su argumento trataba de una “noble doncella romana casada de Horacio, (que) estaba en rehenes mientras se tratase la paz con Pórcena, rey de Etruria, que quería poner en el trono a Tito Tarquino, jurado esposo de Larisa, hija de Pórcena que amaba más a Clelia, para lograr a ésta promete a Horacio hacer que desista Pórcena de la guerra, si le concede a Clelia por esposa. Horacio consternado duda primero, pero después se resuelve a cedérsela, prevaleciendo en él más que su pasión el amor a la Patria. Tarquino que había hallado desprecios en Clelia, y poca confianza en Horacio, determina asaltar la ciudad sin noticia de Pórcena. Avisa Clelia a Horacio de esta traición, marcha a su defensa, les impide el paso en el puente y le rechaza. Viendo sus astucias Tarquino intenta robar a Clelia, la que huye a Roma, persuade Tarquino a Pórcena que los autores del choque y quebrantamiento de las treguas habían sido los romanos; pero presentándose Horacio y Clelia, descubren la traición de Tarquino, éste huye, y se casa Horacio con Clelia”. Según esa nota, esta obra “por el estilo, trama y aparato, parece ser la traducción de una ópera italiana”. Vicente Cutolo afirma que Manuel Belgrano aprobó su representación en Buenos Aires.

Es probable que esta señora le haya ofrecido su casa a Latzon para su espectáculo y lo haya tenido como huésped. Doña Josefa Salinas murió en esta capital en agosto de 1824 y La Gaceta Mercantil y los diarios de la época publicaron su obituario. José Antonio Wilde en su “Buenos Aires, desde setenta años atrás” afirma que fue “una de las actrices fundadoras del teatro argentino”.

Seguramente también el sueco Latzon, nuevo nombre para la historia de los escandinavos en el país, fue uno de los precursores de esos espectáculos ya que con su arte venía de recorrer otras ciudades.

* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación

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