La vida en el marco del aislamiento social obligatorio decretado por el Gobierno puso sobre el tablero una realidad inesperada e inédita para todos.
La vida en el marco de aislamiento social obligatorio decretado por el Gobierno para frenar los contagios de coronavirus puso sobre el tablero una realidad inesperada e inédita para todos los habitantes del país.
Dificultad para terminar una tarea, falta de concentración, roces cada vez más frecuentes y el aburrimiento son algunas de las consecuencias que surgen puertas adentro al intentar congeniar trabajo remoto, doméstico y educación virtual en medio de la cuarentena forzada.
Así aparecen los libros de cuentos, las masas caseras, los juegos de mesa, los videos educativos, hasta llegar a las tan resistidas pantallas.
Para paliar el caos doméstico hay que intentar imponerse rutinas: levantarse, desayunar, vestirse como si fuéramos a salir y empezar con las actividades que manda el colegio. Pero también hay que ocuparse de la limpieza y el trabajo, de la casa.
Juan Tesone, psicoanalista y médico psiquiatra de la universidad de París XII, resaltó la importancia de “no sentirse obligados a hacer de animadores para los niños 24 horas, sino que cada uno vaya encontrando su modo de estar consigo mismo y con el otro, proponiendo actividades que no sean necesariamente las mismas para todos”.
Tesone remarcó que “nunca ´se puede con todo´, y aún menos en estas circunstancias en las que hay que confrontarse con el eventual trabajo a distancia, una vida familiar inédita de todos juntos todo el tiempo, y con la sobrecarga de ansiedad de contagiarse el virus, no poder desplazarse o confrontarse con problemas económicos”, remarcó.
Para Tesone, si bien recomienda consultar sitios de entretenimiento educativo, filmes, series, dibujos y rehabilitar los juegos de mesa, “aburrirse no es un problema”
“Muchas veces el aburrimiento inicial lleva a desarrollar capacidades imaginarias creativas y de encuentro consigo mismo, que en otras ocasiones no se producen”, agregó.
Por último, para los adultos sugirió “no saturarse de excesiva información, ni ocupar los pensamientos con el virus, ni dejar que inocule nuestros pensamientos vaciándolos de todo otro contenido”.