Se trata ded de miniaturas, daguerrotipos y muebles de guardar. La directora Viviana Mallol y un equipo formidable le dieron forma al primer volumen de tres.
No son pocas las veces que hemos ilustrado las Historias de La Gaceta Mercantil con imágenes del patrimonio del Museo Histórico Nacional. Ocuparía las líneas destinadas a este artículo sólo mencionar los personajes que figuraron en aquel periódico a mediados del siglo XIX y los que aparecen en este catálogo.
Hace casi 70 años dirigía la institución instalada en la vieja casona de José Gregorio de Lezama el recordado José Luis Trenti Rocamora, un hombre formado junto al R.P. Guillermo Furlong y de quien tuvimos el privilegio de su amistad, con largas tertulias en ese departamento atiborrado de libros de la calle Anchorena. Fue justamente Trenti, un hombre probo preocupado por el patrimonio, quien durante su gestión publicó los catálogos de objetos y otro de los documentos históricos que hoy se encuentran en el Archivo General de la Nación.
Deseosa de dar un impulso a la institución que hace una década larga rengueaba, su directora, Viviana Mallol, en una apuesta superadora decidió confeccionar un nuevo catálogo de miniaturas, daguerrotipos y muebles de guardar: contadores y escribanías, tarea sin duda muy importante y a la vez imprescindible con las nuevas técnicas. Para esto contó con el aporte del personal de la casa, silenciosos expertos cuyo nombre merece destacarse y con algunos de los cuales he intercambiado consultas muchas veces: son ellos Lucila Benavente, Ezequiel Canavero, Mariana López, Ana María Morales, Sofía Oguic, Paula Olabarrieta, Maglí Rud Otheguy, Miguel Ruffo y Patricia Trionfetti. Su eficiencia no sólo fue rescatada por la directora sino también por los reconocidos especialistas que colaboraron por su gran conocimiento en ese tipo de colecciones: en miniaturas, Martha Álvarez Gutiérrez; en daguerrotipos, Carlos Vertanessian; en muebles, María Florencia Rodríguez Giavarini, Juan Ganduglia y Christian Untoiglich.
La portada del nuevo catálogo lleva, a criterio sin duda de los especialistas, una pieza emblemática: en miniaturas está representada para nuestra satisfacción de la que hablamos en la edición del 19 de junio de La Gaceta Mercantil titulada “Mister Goulú y el ojo de Belgrano”; en lo que hace a daguerrotipos, el del general José de San Martín de 1848; y en muebles, un contador en madera de cedro con incrustaciones de nácar y maderas, molduras doradas y talladas del siglo XVIII que perteneciera a la colección de Ángel J. Carranza.
Pero si el catálogo de Trenti era un detalle prolijo de cada uno de los documentos, éste es un libro de mayor valor ya que cada pieza está acompañada de un detallado estudio que sin duda va a ayudar a valorarlas aún más como documento de una época. Álvarez Gutiérrez, Ruffo y Trionfetti nos introducen en las miniaturas, “la más intimista de todas las artes”. Vertanessian, con su erudición en el tema del daguerrotipo, recuerda los 180 años de su aparición y al estudiarlos no puede dejar de recordar a Jorge Luis Borges, que afirmaba que eran “el tiempo detenido en espejo”. Y finalmente, Rodríguez Giavarini, Olavarrieta y Ganduglia trazan la historia de esos muebles, difíciles de imaginar “para el ciudadano común”.
Este primer tomo es el puntapié inicial de una serie de trabajos que además se piensa subir a las redes sociales, lo que ubicará al Museo Histórico Nacional a la vanguardia junto con los más reconocidos mundialmente. Como lo anticipa su directora, se trata del primer tomo “de una trilogía que intenta dar a conocer al gran público la riqueza del desarrollo artístico de un tiempo pasado que se hace presente por su significación, belleza y estímulo al conocimiento de nuestro país en su período de formación como Nación”. Canavero, diligente y valioso colaborador en cuanta consulta se le haga, destaca que este volumen comienza a saldar una deuda de más de sesenta años y Jorge Carmen, titular de la Asociación Civil de Apoyo a ese Museo, destacó en la presentación el trabajo en equipo y los proyectos que junto con las autoridades tienen para un futuro.
Es de desear que todos esos proyectos se hagan realidad en medio de difíciles circunstancias económicas, que inciden en todos los aspectos de la vida colectiva pero mucho más a la hora en que se recortan los presupuestos, como ha sido históricamente en Cultura.
* Historiador. Miembro correspondiente del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay y de la Academia de Historia Marítima y Fluvial