El primer maestro cervecero alemán en el Río de la Plata

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Antonio Martín Thym conspiró para las Provincias Unidas del Río de la Plata en la guerra contra el Imperio del Brasil, en 1826. Pero latía en él un emprendedor nato.

El nombre de Antonio Martín Thym puede permanecer desconocido para los lectores, sin embargo se trata de un comerciante alemán pionero que en 1826 se presentó al presidente Bernardino Rivadavia junto con su compatriota, el aventurero Federico Bauer, para proponerle un plan de fuga en masa de las tropas mercenarias alemanas e irlandesas que se habían puesto al servicio del Imperio del Brasil en la guerra con ese país.

La realidad es que en sus países de origen les habían prometido recibir tierras en Montevideo para trabajar, pero la guerra continuaba, no se adaptaban ni al clima ni a la alimentación y eran además bastante indisciplinados. Los que vinieron como colonos eran tratados como esclavos.

Despachado por Rivadavia, en 1827 repitió Bauer el intento ante el director Vicente López pero consechó el mismo rechazo. Pero por aquello de que no hay dos sin tres, y la tercera es la vencida, cuando en diciembre de ese año llegó Manuel Dorrego a la gobernación de Buenos Aires, finalmente lo aceptó. A pesar de la negativa de sus ministros, Dorrego convino en que pasarían al servicio de las fuerzas nacionales para atacar la localidad de Santa Catalina y convertirla en república. Así fue que entró en conversaciones con Bento Goncalves da Silva y otros más para formar la República del San Pedro del Río Grande, ya que no era menor el sentimiento contra la monarquía en el sur del Brasil. Sin embargo lord John Ponsonby, ministro plenipotenciario del Reino Unido enviado al Río de la Plata, hizo todo lo posible para lograr la paz, que convenía no sólo a los países beligerantes sino también a los intereses comerciales del suyo, y la conocida como Revuelta de los Mercenarios fue un fracaso.

El nombre de Thym desaparece entonces de la escena quizás porque supo mantenerse en un segundo plano, pero ahora para celebrar la paz el 4 de noviembre de 1828 publicó en La Gaceta Mercantil lo siguiente: “Fábrica de Cerveza Alemana. Calle de Córdoba, número 73, a dos cuadras del río. Con motivo de las noticias agradables de la celebración de la paz, el dueño del establecimiento ha resuelto que desde hoy se despachará la docena de botellas de cerveza a 6 pesos devolviéndose las botellas vacías y dando por vía de gratificación al repartidor un real por viaje. Los SS. que tomen seis docenas juntas tendrán 4 botellas gratis, los que tomen 4 docenas juntas, dos; y los que tomen 3 docenas tendrán una botella gratis”. Y concluía el osado comerciante: “En cuanto a la calidad el dueño puede asegurar que jamás se ha bebido mejor cerveza en Buenos Aires. Antonio Martín Thym”.

Sin duda, cuando en octubre de ese año se celebró la paz con grandes fiestas en la ciudad, Thym debió pensar en cómo sacarle el mejor provecho a su negocio y publicó este aviso no sólo en La Gaceta sino también en el British Packet.

Por ciertos informes parece que fue el primero en exportar su cerveza a Montevideo, pero el almanaque de Blondel de 1830 afirmaba: “Esta fábrica, ha de fijar la atención del público. Merece su agradecimiento y la protección del gobierno. La fábrica del Sr. Thym es muy famosa y se conservara largo tiempo, sin temor que se corrompa”.

Claro que este Thym tenía antecedentes en la fabricación de la bebida: en 1817 lo hacía en España, donde se promocionaba con este aviso del Diario de Madrid del 4 de abril de ese año: “En la fábrica sita en la casa… junto a la fuente de la Cibeles, se vende desde mañana cerveza con espuma, al estilo de Alemania, de superior calidad, a 3 reales la botella; ídem sin espuma, de la misma calidad, a 2 reales la botella, y a 12 cuartos el cuartillo; ídem de ajenjos, a 2 reales el cuartillo. También se servirán refrescos de buena calidad y a precios justos. Igualmente se hallará superior leche de vacas, a 3 reales el cuartillo, desde las 6 hasta las 11 de la mañana”.

Thym trabajaba con Luis Vogel, aunque para separar bien las cosas en el Diario de Madrid del 12 de diciembre de 1820 avisaba que no era en realidad el propietario en Cibeles sino “un socio subalterno sin más capital que su trabajo” al mismo tiempo que en la Crónica Científica y Literaria del 20 de ese mes y año anunciaba que la fábrica estaba ahora “en la calle Real del Barquillo con él como propietario”.

Su nombre permanecía en el olvido pero algo más hemos encontrado de este destacado miembro de la colectividad alemana en aquellos años, que hoy nos permitimos rescatar para conocimiento de los lectores y también como una ficha más para los estudiosos de la colectividad alemana.

* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación

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