Juicio político, la guerra sin cuartel de Donald Trump

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El presidente de EEUU, tocado por el pedido de “impeachment” de los demócratas, promete una batalla feroz.

Lo ha explicado Michael Cohen, el exabogado de Donald Trump en Nueva York, hoy entre rejas. Él, que podría ser un personaje de una serie de mafiosos. Cuando Trump quiere algo de ti, “no te pregunta. No te da órdenes. Habla en código, y yo entiendo su código porque lo he tratado durante una década”, dijo Cohen al Congreso en febrero, cuando acusó al presidente de pedirle que mintiera en su testimonio sobre la trama rusa y otros escándalos.

Trump salió indemne de esas acusaciones. Victorioso incluso. Y sin propósito de enmienda, a juicio de los demócratas, que esta semana dieron un abrupto giro de 180 grados y apoyaron la apertura de un impeachment al presidente, una decisión excepcional que probablemente dividirá aún más a un país ya extremadamente polarizado. El detonante, una demostración práctica del código Trump en una llamada telefónica desde la Casa Blanca a Kíev que pasará a la historia de EE.UU.

El pasado 25 de julio, a la mañana siguiente de que el fiscal especial,  Robert Mueller, presentara al Congreso su informe del Rusiagate, Trump cogió el teléfono para charlar con su homólogo ucraniano, Vlododímir Zelenski, y usó sus poderes presidenciales para presionarle y pedirle que investigara a uno de sus rivales políticos, Joe Biden. Tan alarmados estaban los abogados y el personal de la Casa Blanca por lo que habían presenciado que ordenaron guardar la transcripción de la llamada en un servidor especial, de acceso restringido, según la denuncia anónima de un empleado de inteligencia que puso sobre la pista al Congreso.

Trump considera “un mal chiste” que esta conversación pueda llevarle al impeachment , pero se está preparando para el combate político de su vida. Esta semana se le ha visto a ratos furioso, a ratos abatido, tocado. A puerta cerrada, ha utilizado una violencia verbal que promete una batalla feroz para hacer algo más que sobrevivir al proceso: volverlo en contra de los demócratas. “Estamos en guerra. Esta gente está enferma”, dijo el presidente en un acto celebrado en Nueva York en el que llamó “escoria” a la prensa.

Su campaña y el comité republicano van a gastar 10 millones de dólares en difundir un anuncio que insiste en la corrupción de Biden y acusa a los demócratas de actuar por afán de venganza. “Perdieron las elecciones, ahora quieren robarlas. No les dejes”, dice el vídeo, en el que aparece Biden jactándose del despido del fiscal general de Ucrania, Víktor Shokin. Trump achaca la iniciativa a un supuesto intento de favorecer los negocios de su hijo en el país, aunque también Europa y otros donantes había presionado a Kíev en el mismo sentido, frustrados porque Shokin bloqueara investigaciones anticorrupción.

El anuncio “demuestra que Trump está aterrorizado por Biden”, opina el equipo del exvicepresidente. La campaña de desprestigio contra Biden se ha traducido, de momento, en la mejor semana de recaudación de fondos desde que lanzó su candidatura, ha declarado su equipo a Afp, sin dar cifras. También Trump ha hecho caja: en las 24 horas siguientes al anuncio del Congreso, recibió 13 millones de dólares en donaciones.

El impeachment ha dado un vuelco a todos los cálculos que se hacían sobre las elecciones del 2020. “No es un motivo de alegría. Este es un momento de tristeza para nuestro país”, recalcó ayer Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, destacando la gravedad de la decisión adoptada el martes tras constatar que esa era la voluntad de la mayoría de los demócratas, incluso los elegidos en territorio Trump , alarmados por las primeras revelaciones.

La publicación de nuevos documentos ha convencido a muchos indecisos del partido, pero no ha movido posiciones entre los republicanos. Trump va a someterlos a una dura prueba de fidelidad para que le salven el pellejo en el Senado. Pelosi, que habría preferido que el proceso contara con apoyos en ambos partidos, aconseja actuar con cautela y rapidez. La llamada de Trump a Kíev es un elemento clave de la investigación.

“Hacemos mucho por Ucrania, le dedicamos muchos esfuerzos y mucho tiempo. Mucho más que los europeos”, lanza al inicio de la charla Trump a Zelenski, al que se nota desesperado por caerle bien y seguir recibiendo ayuda militar de Washington para su guerra contra los rebeldes prorrusos. “EE.UU. ha sido muy bueno con Ucrania, pero no diría que es recíproco, porque están pasando cosas que no son buenas”, prosigue el norteamericano, antes de pedirle que le haga “un favor” y abra investigaciones relacionadas con el partido demócrata, una iniciativa de la que podría sacar provecho electoral en el 2020.

Fue la propia Casa Blanca la que publicó la transcripción de la llamada a 24 horas del anuncio de la investigación que teóricamente puede acabar con la destitución de Trump. Su cálculo era que le beneficiaría. No hay “nada ilegal” en la petición de ayuda, alegan, ya que “no hay quid pro quo ” y Trump en ningún momento especifica qué ocurrirá si Zelenski no hace lo que le pide.

A los demócratas no les importa si fue explícito o no y sí aclarar por qué, por las mismas fechas, el presidente suspendió el pago de 391 millones de dólares en ayuda militar a Kíev o por qué canceló el viaje de su vicepresidente a la toma de posesión de Zelenski mientras su abogado, Rudy Giuliani, se quejaba de que Ucrania no hacía nada para investigar a los Biden.

Hasta ahora, los estadounidenses no han prestado mucha atención al Ucraniagate ni apoyaban un impeachment . Tres encuestas realizadas esta semana apuntan un cambio de tendencia, con un aumento de varios puntos en el porcentaje de votantes –en especial, demócratas– a favor. Aclarados los hechos, comenzará la batalla por conquistar a la opinión pública.

Rápido, más rápido. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ha urgido a los demócratas a avanzar todo lo rápido posible en los trámites de la destitución del presidente con vistas a minimizar los riesgos políticos del proceso en las elecciones del 2020. El objetivo es que la Cámara Baja, en manos de los progresistas, concluya en octubre el trabajo investigador y someta a votación los artículos del impeachment (es decir, las acusaciones concretas) antes de las vacaciones de Navidad, a ser posible en noviembre. La estrategia, ha explicado Pelosi, es centrar el proceso en los riesgos para la seguridad nacional y el escándalo de las presiones a Ucrania –calificado por la demócrata de abuso de poder y traición a la Constitución– y olvidarse de las relacionadas con la trama rusa y la obstrucción a la justicia que dejó abierta el informe Mueller. Aunque el Congreso inicia este lunes un receso de dos semanas, el trabajo de las comisiones encargadas de investigar las acusaciones contra Donald Trump seguirá adelante.

* Corresponsal en Washington de La Vanguardia

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