Brenton Tarrant, de 28 años, y otros dos sospechosos fueron detenidos por la policía.

La Policía de Nueva Zelanda detuvo a tres sospechosos tras los ataques contra dos mezquitas en la ciudad de Christchurch, en la Isla Sur de Nueva Zelanda, donde al menos 49 personas murieron y otras 48 resultaron heridas, 20 de ellas de gravedad.

Uno de los detenidos, identificado como Brenton Tarrant, de 28 años, nacido en Australia, transmitió en directo a través de Facebook Live 17 minutos del ataque, desde que llegó en auto a la mezquita de Al Noor hasta el momento de la masacre.

Antes del ataque, Tarrant había publicado un “manifiesto” en el que se describía a sí mismo y explicaba los motivos racistas y xenófobos del ataque. “Solo soy un hombre blanco común, de una familia normal que ha decidido tomar una postura para asegurar el futuro de su gente”, afirmaba en el texto.

El primer ministro australiano, Scott Morrison, confirmó que el autor del tiroteo es un ciudadano australiano y lo describió como un “terrorista extremista de derecha, violento”.

Según el diario The New Zealand Herald, Tarrant es de Grafton, una ciudad de 20.000 habitantes al este de Australia, que está en shock y tratando de entender qué pasó con ese “chico educado y de buenos modales”.

En abril de 2010, luego de que el padre de Tarrant muriera repentinamente de cáncer, el joven se fue a viajar por el mundo durante siete años y sus sllegados sospechan que en ese viaje “pudo haberse radicalizado”.

La primera ministra neocelandesa, Jacinda Adern, dio una conferencia de prensa tras los ataques a las dos mezquitas y consideró que “resulta claro que este es uno de los días más oscuros de Nueva Zelanda”.

Habló de “un acto de violencia extraordinario y sin precedentes” y dijo que muchas de las víctimas podrían ser inmigrantes y refugiados.

“Hay personas a las que yo describiría como de visiones extremistas que no tienen absolutamente ningún lugar en Nueva Zelanda y que, de hecho, no tienen lugar en el mundo”, sostuvo Ardern.

La policía local pidió a la población que no compartan en las redes sociales las “imágenes extremadamente insoportables” de la transmisión que hizo Tarrant.