Comentario sobre Juan M. de Pueyrredón

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El autor relata aquí lo ocurrido tras la muerte del ex Director Supremo, valorado por un eminente científico francés pero no por sus contemporáneos rosistas.

En La Gaceta Mercantil del 21 de marzo de 1850 se transcribe una carta publicada en el periódico La Presse, de París, el 7 de enero de ese año. La firma el miembro del Instituto de Francia Auguste de Saint Hilaire (1779-1853), destacado científico y botánico que recorrió América del Sur entre 1816 y 1822, y nuevamente en 1830. En ese viaje catalogó 24.000 especímenes de plantas con 6.000 especies, 2.000 pájaros, 16.000  insectos y 135 mamíferos, además de una buena cantidad de reptiles, moluscos y peces. La mayoría de estas especies fueron descritas por primera vez. A pesar de su intención de estudiar, clasificar, describir y publicar tan enorme cantidad y valioso material, no logró concretarlo por su mala salud debido a enfermedades contraídas en sus expediciones por los trópicos.

El texto de la carta es el que sigue y se refiere al bloqueo francés al Río de la Plata, unos años antes: “Yo me ocupo muy poco de política, pero creo haber probado por mis escritos que tengo algún conocimiento de la parte oriental de la América del Sur. Si yo hubiese estado en París, y mi salud y mis ocupaciones me lo hubieran permitido, habría mirado como un deber unirme a vos para probar cuan imprudente sería intervenir a mano armada en los asuntos del Río de la Plata. Me contentaré por hoy con citaros lo que me fue dicho por el general Pueyrredón en una época en que los españoles amenazaron a los argentinos con una invasión. Todos saben que Pueyrredón es uno de los hombres que han estado por más tiempo a la cabeza del gobierno de Buenos Aires, a quien ha honrado con sus talentos y su sabiduría. Cuando yo tenía relación con él, vivía desterrado en la Banda Oriental. He aquí sus palabras tales poco más o menos como las he consignado yo en mis diarios de viaje: ‘Los habitantes de Buenos Aires, abandonarán su ciudad, si fuere necesario, se retirarán a la campaña, tomarán sus rebaños y privarán de este modo a sus enemigos de todo medio de existencia. Nos es desconocido el arte de dar batallas ordenadas; pero los europeos no saben tampoco batirse como nosotros; nosotros vivimos a caballo; sabemos aparecer y desaparecer con la rapidez de un relámpago; acosaremos sin cesar a nuestros enemigos; no les dejaremos ningún descanso; los mataremos uno a uno, y a menos que hagan el enorme gasto, de traer, sin cesar, víveres de su país, el hambre acabará nuestra obra’. La España fue bastante prudente para no tentar la prueba. Haced de esta carta, señor, el uso que juzguéis conveniente, y dignaos aceptar mis salutaciones”.

Sin duda el encuentro entre el científico y el ex Director Supremo se dio cuando éste hacía poco había dejado su cargo, cuando fue desterrado a Montevideo, donde permaneció entre el 1º de febrero de 1820 y el 19 de abril de 1821, en que regresó a Buenos Aires. La expedición a la que se refería es la que se preparaba en Cádiz para recuperar el Río de la Plata, abortada cuando la sublevación de Riego.

Pero el valor de esta carta es que un extranjero y de la categoría intelectual de Saint Hilaire, rinde homenaje a Pueyrredón y la publica la La Gaceta pocos días después de la muerte del general.

Don Juan Martín falleció a raíz de un problema cardíaco en su chacra de San Isidro el 13 de marzo de 1850. Al despuntar el sol, su hijo Prilidiano, le escribió a don Juan Langdon, casado con su prima Remedios Sáenz Valiente: “Langdon, mi padre ha dejado de existir a la una y media. Por último favor ocupo a Ud. de su inhumación como corresponda. Un cajón de plomo y cuanto hay de mejor. Suyo Prilidiano. Marzo 13 – Miércoles. Todo como para llevarlo a Buenos Aires”.

Era el deseo llevar los restos hasta la Recoleta en un coche particular, pero el jefe del Departamento, don Juan Moreno, le negó el permiso en una resolución que decía que, como don Nicolás Mariño (jefe de policía de Juan Manuel de Rosas), fallecido días antes, no había tenido otro vehículo que el carrito pintado de colorado, así era el coche fúnebre de la ciudad; bien podía ser conducido en él don Juan Martín, que no había sido mejor que Mariño.

Ningún diario anunció la muerte de Pueyrredón, pero esta carta de Saint Hilaire a 169 años de su muerte, inédita hasta ahora en toda biografía del general, fue sin duda un homenaje a su memoria que, insólitamente, los amanuenses del gobernador Rosas no pudieron impedir que se diera a conocer.

* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación

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