El aniversario de la muerte del padre de la Armada Nacional da pie a esta crónica sobre la llegada del método que hizo furor en Buenos Aires a mediados del siglo XIX.

El 3 de marzo de 1857, en su quinta de Barracas, falleció el almirante Guillermo Brown. Sus exequias en el cementerio de la Recoleta revistieron gran solemnidad y fueron a la vez un digno homenaje a la memoria del bravo marino.

En la La Gaceta Mercantil, desde el 16 de junio de 1843 y hasta el 23 de ese mes, Gregorio Ibarra, librero y litógrafo, publicó un aviso comunicando el inicio de sus servicios fotográficos con dos máquinas de daguerrotipo.

La fotografía que ilustra esta nota fue tomada al almirante Guillermo Brown y a su esposa Elizabeth Chitty el 29 de julio de 1844 por el daguerrotipista John Elliot, quien se había instalado en el país un año antes, y es considerada hoy la fotografía preservada más antigua de la Argentina.

A poco de su llegada, se anunció en los periódicos locales: “Retratos de Daguerreotipo: El Sr. Elliot tiene el honor de anunciar al respetable público de Buenos Aires que acaba de llegar de los Estados Unidos provisto de todas las máquinas perfeccionadas del Daguerreotipo, y se halla en el caso de poder ofrecer sus servicios en el empeño de todo lo correspondiente a ese admirable arte, sacando con suma brevedad y exactitud los retratos de las personas que gusten honrarle con su confianza y tengan a bien concurrir a la Recova Nueva, en los Altos número 56, Plaza de la Vitoria desde el lunes próximo 26 en que dará principio a sus trabajos”.

Los lectores habrán leído daguerreotipo en el aviso en lugar de daguerrotipo. El motivo es que el difusor de este método fue el francés Louis Jacques Mandé Daguerre, aunque el primero en anunciarlo fue el físico François Arago en la Academia de Ciencias de París, el 9 de enero de 1839, la que en agosto de ese año le autorizó a dar a conocer los secretos técnicos de su descubrimiento.

En Montevideo fue conocido en febrero de 1840, donde el 29 de ese mes se hizo una demostración en la Sala Capitular del Cabildo, la que fue presenciada entre otros por Mariquita Sánchez y Florencio Varela, que fueron retratados con la nueva técnica. En su viaje a Europa en 1843, Varela conversó con Daguerre y compró una máquina que llevó a Montevideo en 1844.

 Elliot, mientras tanto, ese mismo año trasladó su negocio al edificio de los Altos de La Victoria 106 (Hipólito Yrigoyen), anunciando: “J. Elliot informa que ha trasladado su habitación a la calle y Nº arriba indicado, donde seguirá por algún tiempo más sacando retratos por este proceso del tamaño que se deseare, es decir, chicos como para prendedor ó sea de tamaño de costumbre. No ha ahorrado gastos ni desvelos para poder conseguir retratos tan propios como los que se pueden sacar en cualquier otra parte del mundo. El tiempo que se requiere para sacar un retrato varía de 20 segundos hasta un minuto y medio, desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde, todos los días, ya sea el tiempo bueno o nublado … El precio de sus retratos con su cajita es de 100 pesos”.

El daguerrotipo cuenta con importantes coleccionistas como Carlos A. Vartenessian, que ha escrito eruditos trabajos y ha hecho no pocas exposiciones de alta calidad.

* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación