La designación del vicejefe de Gobierno porteño a cargo del ministerio de Seguridad fue “vendida” por él como una continuidad política. Lo que esconde y lo que anuncia.

De la Redacción

El vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, fue designado por Horacio Rodríguez Larreta al frente del ministerio de Seguridad después del bochorno del fin de semana pasado en el estadio Monumental.

Desplazó a Martín Ocampo, el compadre del presidente de Boca, Daniel Angelici, autor del fallido operativo de seguridad que facilitó el ataque al micro de la delegación boquense a dos cuadras de la cancha.

Ahora bien, ¿por qué Larreta nombró a Santilli en ese expuesto lugar?

Lo primero que debemos decir es que Santilli no quería hacerse cargo de este “presente griego” (su cara durante el anuncio lo dice todo). Que buscó candidatos alternativos. Y tiene variados motivos.

Haremos un poco de historia. Hace más de dos décadas, Dieguito -como sigue llamándolo- comenzó a ser apadrinado por Hugo Moyano, histórico líder del gremio de Camioneros, desde 2014 presidente de Independiente y “factótum” del tándem que se subió a la cúpula de la AFA con su exyerno, Claudio “Chiqui” Tapia, y Angelici como caras visibles.

Rápidamente volveremos a señalar que todos los personajes de esta nefasta historia tienen coincidencias y disidencias, las segundas básicamente derivadas de disputas de poder por variados negocios.

Santilli ha tenido buenas y malas en su relación con Mauricio Macri, en particular por su cercanía con Moyano. Esa cercanía que le sirvió para ascender rápidamente en el PRO como uno de los referentes del peronismo en esa agrupación porteña, en algunos momentos le jugó en contra.

Ejemplo: Santilli fue prenda de unión entre Macri y Moyano para el negocio de la basura en la Capital, negocio en el que los dos popes tenían intereses históricos. Así fue que llegó a ser ministro de Ambiente Urbano, tras lo cual se encargó de garantizarle una zona de recolección al gremio de Moyano (entonces Tapia manejaba esa rama, que luego debería “largar” por la presión de Pablo Moyano, duramente enfrentado con su entonces cuñado. Hoy Tapia sigue instalado en el directorio del CEAMSE como vicepresidente). La zona se creó quitándole recorridos a las empresas que ganaron una amañada licitación.

Un día, unos manejos administrativos poco claros en el ministerio le permitieron a Macri enviar un interventor de su confianza, Edgardo Cenzón. Más tarde, Santilli sería reemplazado por Juan Pablo Piccardo, un amigo personal de Macri que casi termina trompeado por el iracundo Pablo.

Santilli ingresó en un cono de sombra en relación al poder macrista, que siempre lo miró con recelo.

Sin embargo, el “Colorado” logró reubicarse cerca de algo parecido al poder de cara a las elecciones de 2015 y consiguió sentarse en la vicejefatura del Gobierno porteño, por lo que además ejerce la decorativa presidencia de la Legislatura porteña. Claro que Larreta no le dejó mucho margen de maniobra a su número 2, de quien desconfía como de casi todo el mundo, por lo cual el legislativo de la Ciudad es manejado en realidad por Carmen Polledo y Francisco Quintana, no por Santilli, a quien Horacio no le dejó ni el manejo de una mínima caja formal. Sí controla una casi desconocida, la que se integra con el aporte de las empresas de recolección de basura, dinero que los Moyano direccionan “a piacere” y que no tiene control alguno por parte del gobierno porteño.

Pero Santilli es un muchacho de recursos y, siempre prohijado por Moyano, fue metiendo directores en varios de los entes autárquicos de la Ciudad como la Corporación Puerto Madero Sur, Aupistas Urbanas y otros menos conocidos. “Son ‘ravioles'”, explicó un funcionario de alto rango, restándole importancia. “No tiene manejo de las decisiones en ninguno de ellos”, continuó. Pero el hijo del expresidente menemista de River está siempre inclinado al entrepreneurismo, por lo que todo suma.

El ministerio de Ocampo fue literalmente intervenido por Larreta, hace un tiempo. Lo que significa que el hombre de Angelici tenía un manejo político compartido con asesores de Larreta y ninguno en el área administrativa.

Al “tirarle” por la cabeza la tarea, el jefe de Gobierno porteño complicó la tranquilidad de Santilli, lo expuso -algo que detesta- y ahora deberá responder por una gestión en un tema clave, en un área atravesada por el reciente escándalo. El peor momento en el peor lugar.

Que provenga del riñón del fútbol, que conozca ese mundo a la perfección, puede jugarle a favor o en contra. Las internas están a la orden del día.

Larreta se sacó de encima la responsabilidad de la Seguridad de la Ciudad: “La tenía Angelici”, dicen sus operadores, lo que ya quedó en claro que era parcialmente cierto.

Pero el lord mayor hizo algo más: obturó con su nombramiento una intervención nacional, algo que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich deslizó en las afiebradas comunicaciones con Macri durante el fin de semana pasado. Sería un costo político tremendo para Larreta, que de paso le achaca a Angelici el origen de todos los males por el “no operativo” de seguridad del sábado.

Larreta se desligó rápido de Ocampo, alguien a quien consideraba un “externo” metido de prepo por Angelici. Esta interna tiene su historia y da para otra nota.

Entretanto, Seguridad seguirá siendo manejado por los hombres que el jefe comunal puso allí. Que nunca previeron que el recorrido del ómnibus de Boca iba hacia una ratonera.

Por último, diremos que Larreta volvió a mostrar picardía en el manejo de una situación compleja, pero el futuro aparece incierto. Los negocios entre él, Santilli y Rodolfo D’Onofrio cruzan el fútbol con el desarrollo inmobiliario. De hecho, en la oficina del vicejefe de Gobierno-ministro en el edificio inteligente de Parque Patricios no recibe a los empresarios que se le acercan para sondear oportunidades. Hasta ahora tenía mucho tiempo libre. Y ninguna exposición.