La reaparición del líder del grupo terrorista, Abu Bakr al-Bagdadi, luego de casi un año de ostracismo, prende las alarmas en torno al futuro de esta organización armada.

La reaparición pública del líder del Estado Islámico, Abu Bakr al-Bagdadi, luego de casi un año sin saber nada de este personaje devolvió al grupo terrorista a unos primeros planos mediáticos que había perdido después de su derrota militar en lo que había definido como “El califato” que llegó a dominar entre Siria e Irak.

Al-Bagdadi, quien fuera dado por muerto varias veces por distintos voceros de los ejércitos y gobiernos involucrados en el conflicto armado en Medio Oriente, fue escuchado en un audio en e que comenta las noticias de las últimas tres semanas, lo que indica que está vivo en algún lugar de los que todavía domina el Estado Islámico.

En diciembre pasado, el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, dio por finalizada la guerra contra el Estado Islámico en Irak tras anunciar que el Ejército local recuperó el control total de la frontera con Siria, el último bastión del grupo sunnita en el país.

En mayo de este año, el presidente de EEUU, Donald Trump, anunció que los cinco líderes “más buscados” de la organización terrorista habían sido capturados tras una operación de tres meses de la inteligencia iraquí y estadounidense.

Tras la caída del califato a finales de 2017 y comienzos del 2018, parecía que el Estado Islámico se iba a ir debilitando paulatinamente en sus acciones armadas debido a la falta de financiamiento ya que había dejado de controlar casi todos los pozos petroleros que tenía en su poder.

Con algunas operaciones de alto impacto mediático, como los afiches que amenazaban a los futbolistas Lionel Messi o Neymar antes del Mundial de Rusia, o la adjudicación de cualquier ataque de los llamados “lobos solitarios” en Europa occidental, el grupo terrorista intentaba mantener su poder de miedo entre los que ellos llaman sus “enemigos”.

La reaparición de su líder, a quien en junio de 2017 el gobierno ruso había dado por muerto, tiene dos lecturas que podrán corroborarse, o no, solamente con el paso del tiempo.

Un reciente informe de Naciones Unidas asegura que “entre 20.000 y 30.000 combatientes” permanecen en Siria e Irak y entre estos yihadistas “sigue habiendo un componente significativo de miles de terroristas extranjeros activos”.

La reaparición de Al-Bagdadi podría estar destinada a insuflar nuevo ánimos a sus seguidores ya que según la ONU el Estado Islámico “todavía es capaz de lanzar ataques dentro del territorio sirio” y aunque “no controla completamente ningún territorio en Irak, permanece activo a través de células durmientes” y miles de combatientes que han logrado viajar hasta Afganistán.

Por su parte, el Pentágono avanza más allá que la ONU contrariando al propio Trump, insiste en que el grupo terrorista “está bien posicionado” para reconstruir su califato. 

Sin embargo, la realidad indica que el Estado Islámico está en un proceso de retroceso, ya que si en junio de 2014 dominaba más de 108.000 kilómetros cuadrados, es decir, cerca del 40% del territorio de Irak, hasta el 31 de marzo de este año ese espacio quedó reducido a tan sólo el 6,8%, según afirmó el portavoz de la Comandancia de Operaciones Conjuntas, Yahya Rasool.

Si esta tendencia es irreversible, como afirman EEUU, Rusia, Siria e Irak, la reaparición pública de Al-Bagdadi será tan solo un nuevo desafío y bravuconada del líder terrorista que se ve rodeado y sin salida en el laberinto de violencias desatado en Medio Oriente.