Por Carlos Tonelli
El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció (y el anuncio quedó eclipsado por la evolución de la causa Vialidad), que recortaría en 200.000 millones de pesos (1.500 millones de dólares al cambio oficial) los gastos presupuestados para lo que queda del año, lo que implicaría un ajuste de alrededor de 0,3 puntos del Producto Interior Bruto (PIB).
Este anuncio, junto con el que comentamos en la columna anterior (“Verso I”), muestra que se conocen de memoria los temas que hay que modificar ya mismo para intentar detener este tobogán en caída libre que es la Argentina desde hace muchos años.
Con total acierto el ministro, luego de anunciar el programa bautizado “Puente al Empleo” (Verso I) busca ajustar las cuentas públicas para acercarlas al objetivo de déficit de 2,5% del PIB acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por el anterior jefe del Palacio de Hacienda, Martín Guzmán.
Parece querer lograrlo con tres medidas básicas anunciadas: el congelamiento de las partidas presupuestarias, el freno a la contratación de personal y el inicio de la quita de subsidios a la energía y al agua corriente.
Pero parece que los números igual no cierran, son verso.
Tanto el secretario de Hacienda repuesto en su cargo, Raúl Rigo, como casi todos los analistas estiman que el déficit este año será de entre 3,3 y 3,5% del Producto, es decir, un punto porcentual arriba de lo pactado a principios de año con el Fondo.
Contra esa diferencia sólo uno de los tres anuncios tendría hondura suficiente para hacer mella en el déficit: el ahorro en subsidios por una corrección tarifaria que cuando la anunciaron pareció ser más ambiciosa que la segmentación que Guzmán nunca pudo concretar. Finalmente fue verso.
La decisión del gobierno de pegar un “tarifazo” -aunque la esposa del ministro lo rebautice como quiera- en energía eléctrica, gas y agua divide a la población en tres grupos. Solo el primero de ellos enfrenta una eliminación de los subsidios efectiva en sus facturas, mientras que para los otros dos la práctica implicará que los desembolsos del Estado sigan creciendo. Para este año el ahorro estimado por esa quita de subsidios será de 49.500 millones de pesos.
Como este “tarifazo” anunciado es el único previsto y luego los precios volverán a quedar fijos, el nuevo atraso real está garantizado durante el año próximo (año electoral) en una economía que está con una tasa de inflación del orden del 100% anual.
Corregir precios atrasados en un contexto de alta inflación es muy pero muy complicado. Y si hay elecciones, peor.
Las tarifas ajustadas demandarán en pocos meses nuevos desembolsos del Estado para cubrir la diferencia entre el precio congelado y el costo energético que continuará subiendo. Lo mismo pasa con las tarifas del transporte. Subimos el precio del boleto pero lo subimos menos que la inflación ya acumulada y, como encima la inflación no se detiene, en poco tiempo este aumento no alcanza para nada y debemos aumentar los subsidios a las empresas prestatarias del servicio.
Pero volviendo al verso del ahorro estimado por la secretaría de Energía con este “tarifazo”: ¿qué significan los 49.500 millones de pesos de menor gasto en lo que queda de este 2022? Implica un ahorro de solo 0,06% del PIB.
Sólo el bono prometido a los jubilados, a pagar en tres desembolsos de aquí a fin de año -y que no sirve para nada respecto a mantener el poder adquisitivo de las jubilaciones (otro verso)- conlleva un gasto nuevo del orden del 0,14%. Así queda demostrado que la baja del déficit promocionado, es verso.
Sólo comparando estas dos variables (ahorro por “tarifazo” vs. mayor gasto por jubilaciones) se ve que el déficit será mayor -y no menor- que antes de los anuncios de Massa
Es posible que él haya creído que con un cambio de nombres -sale Batakis entra Massa- las variables financieras y cambiarias enloquecidas se calmarían, en el convencimiento que la crisis es más política que económica.
La crisis es política, qué duda cabe, pero también es económica.
Y no tendrá solución hasta que no nos decidamos a encarar reformas que pongan orden de manera sostenible en el tiempo a los desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios, y hasta que no logremos que la Argentina vuelva a producir riqueza.
Todo lo otro es jueguito para la tribuna.
Sólo con el verso de convertir planes en trabajo genuino, el verso del “tarifazo”, el verso del aumento a los jubilados, por mencionar sólo algunos, no alcanza.
Todos lo sabemos y cuando la realidad desenmascare estos versos, la “era Massa” -¿la última apuesta de este gobierno para llegar a 2023?- habrá llegado a su fin.