Las disputas entre vedettes en las tardes de Jorge Rial comenzaban a cansarnos. Pero llegaron ellos, y nos reconciliamos con la profesión…
Algún psicólogo dirá que el exceso de autoestima es una coraza para quienes se sienten menos, para los inseguros. El arte, el periodismo, la política están llenos de ejemplos de imbéciles emocionales, talentosos.
Jorge Lanata debe estar pasando por un mal momento profesional o personal, o habrá caído en la cuenta de que con tener todos los días un espacio en Canal 26 no se consigue el mismo impacto que con dos horas por semana en América TV, lo cual parece que lo angustia. Si no, no se entiende la retahíla de malas palabras, exabruptos y dardos venenosos que viene lanzando desde hace un tiempo.
Hace unas semanas la emprendió contra el programa hiperoficialista “6,7,8”, cuyos conductores tuvieron la osadía de “atender” a Jorge. Y ahora, con nada mejor que hacer, decidió dedicarse al locutor Eduardo Aliverti. Lo patético es que Lanata acusó a Aliverti de “pajero” porque Eduardo lo consideró un ególatra.
En una entrevista con la revista Noticias, Lanata dijo: “El otro día lo escuché a Aliverti hablando de egolatría, yo no lo puedo creer… ¡Aliverti!”, que, según Jorge “se escucha a si mismo desde hace años, lo único que hace es pajearse escuchándose a si mismo”. Para Lanata, Aliverti “está haciéndose la paja, y él está hablando de egolatría, se hace la paja mirándose al espejo y habla de egolatría, yo no lo puedo creer”.
Muy fino, pero haga la prueba -amigo lector- de leer la misma frase como usted si fuera Aliverti. Va a ver que a Lanata le queda igual de pintada.