La popular asociación de estos objetos con la cultura nórdica se debe a la ópera alemana “El anillo del nibelungo” compuesta por Richard Wagner en 1857.
Los cascos con cuernos, tan vinculados en el imaginario popular con el pueblo vikingo, podrían en realidad ser elementos distintivos de otra civilización, según se desprende de un reciente estudio publicado en Praehistorische Zeitschrift.
En 1942, un trabajador descubrió en una ciénaga de Vekso, Dinamarca, dos cascos de bronce con cuernos que fueron fechados entre los 1750 y 500 a.C, si bien la fecha exacta nunca se determinó.
En 2019, un empleado del Museo Nacional de Dinamarca, donde se conservan estos preciados objetos, encontró alquitrán de abedul en uno de ellos cuando se disponía a fotografiarlos, lo que abrió la puerta a usar el método de radiocarbono para datar su antigüedad.
De esa forma, la arqueóloga Helle Vandkilde y su equipo concluyeron que los cascos habían sido depositados en la ciénaga cerca del año 900 a.C., hace casi 3.000 años, es decir muchos siglos antes de que los vikingos o los nórdicos dominaran la región.
“Durante muchos años, en la cultura popular, la gente asoció los cascos de Vekso con los vikingos. Pero, en realidad, es una tontería”, indicó Vandkilde, quien asegura que estos objetos “nunca se utilizaron para la batalla”.
Según la arqueóloga, los cabecillas probablemente los llevaban como símbolos de autoridad.
Pero, ¿quién ‘pintó’ así a los vikingos? En gran parte, la popular asociación de estos cascos con los vikingos se debe a la ópera alemana “El anillo del nibelungo” compuesta por Richard Wagner en 1857 y que se estrenó en 1876. Carl Emil Doepler, el diseñador de vestuario, creó cascos con cuernos para caracterizarlos.
Asimismo, en el siglo XIX artistas escandinavos como el sueco Gustav Malmström hicieron varias representaciones de vikingos ataviados con este tipo de cascos.