El diputado nacional Máximo Kirchner (Frente de Todos-Buenos Aires) se puso al hombro la defensa política de su madre, la vicepresidenta Cristina Kirchner, luego de que la acusaran de ser jefa de una asociación ilícita mientras fue presidenta y le pidieran una condena de 12 años de prisión.
Tras un encendido “derecho de defensa” vía YouTube, la dos veces exmandataria eligió el silencio mediático -excepto algunos posteos en redes sociales para volver a embestir contra el fiscal Diego Luciani- a la espera del alegato de su abogado, Carlos Beraldi, en el juicio por la causa Vialidad.
Pero en paralelo a los estructurados tiempos de la Justicia, su hijo mayor empezó a jugar en el terreno político, donde se disputará el futuro “cristinista” y donde los relojes exigen movimientos más rápidos que en los estrados de tribunales.
Además, Luciani pidió que se abra otra causa contra él por los mensajes de chats de José López, el hombre de los bolsos con 9 millones de dólares, en los que se le consultaba al ahora diputado nacional dónde debían ubicarse las cien cuadras de pavimento que terminaron en manos de la empresa de Lázaro Báez.
Por eso, como titular del Partido Justicialista (PJ) de la provincia de Buenos Aires, Máximo encabezó este jueves la reunión del consejo directivo que resolvió convocar a un congreso partidario el próximo 3 de septiembre en respaldo de la vicepresidenta, quien será invitada además a encabezar ese encuentro.
Antes de ingresar a la reunión, el secretario general de La Cámpora y ministro de Desarrollo para la Comunidad bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque, había afirmado que “hay que centralizar el estado de movilización en el que está la gente”, en referencia a la “vigilia” permanente frente al domicilio de CFK, en el barrio porteño de Recoleta, y al acompañamiento que recibe en la puerta del Palacio del Congreso cada vez que entra o se va del Senado.
“Hay que defender no sólo a Cristina Fernández de Kirchner sino al peronismo y a la democracia. Hay millones de compañeros movilizados para defender este atropello de la Justicia”, subrayó Larroque.
El senador bonaerense y secretario general del gremio de Canillitas, Omar Plaini, afirmó por su lado que “el pueblo está movilizado en contra de esta atrocidad, de esta persecución política y sistemática en contra de nuestra líder natural”.
Sin embargo, no todo el sindicalismo está dispuesto a defender “a capa y espada” a la vicepresidenta. La Confederación General del Trabajo (CGT) entró en ebullición tras el comunicado en apoyo a la exmandataria y la unidad de la central obrera pende de un hilo.
Anoche, el presidente Alberto Fernández aseguró que Cristina “no cometió ninguno de los delitos” que le atribuyeron los fiscales Luciani y Sergio Mola en el pedido de condena en la causa Vialidad, el pasado lunes.
Las convocatorias inorgánicas a movilizaciones y marchas deberán esperar a las orgánicas del partido, tanto nacional como bonaerense, para llevar adelante un “baño de masas” que algunos ven con recelo porque la situación económica y social no parece ser la mejor para agitar en la calle.
Entre los “ultras” que advierten que “si la tocan a Cristina” se va a “armar quilombo” y denuncian un intento de proscripción de la la titular del Senado en las elecciones del año próximo, y quienes no quieren verse arrastrados por la dinámica de una confrontación cuyo final no se conoce -gobernadores e intendentes del Conurbano-, muchos dirigentes no atinan a definirse en una interna furiosa que amenaza con hacerle perder los comicios a un peronismo sin un liderazgo claro.