El autor, un opositor acérrimo de Dilma Rousseff, advierte sin embargo sobre el sistema de delaciones premiadas que se aplica en el caso \”Lava-Jato\”.
Por Ives Gandra da Silva Martins
Durante los últimos años, en una serie de artículos para el diario O Estado de S. Paulo, alertaba que el país llegaría a la dramática situación actual por la manifiesta incapacidad de la presidente en analizar la coyuntura brasileña y mundial y presentar soluciones macroeconómicas capaces de permitir que Brasil se desarrolle. Como la economía no es una ciencia ideológica, sino psicosocial, el fracaso que preví que llegaría en los últimos años, tenía que llegar, como efectivamente llegó.
Congelamientos, que desde Hamurabi nunca fueron exitosos; crecimiento desmedido de la máquina estatal, con un ejército de personas que ingresan sin concurso –unos 115 mil– que propiciaron todo tipo de extorsión y corrupción conocida; apoyo a las dictaduras (cubana y a la casi dictadura venezolana); ayuda a países de economía debilitada, en vez de invertir en la competitividad nacional; preconceptos contra países desarrollados; aumento exagerado de la carga tributaria; utilización de bancos y compañías estatales para cerrar agujeros presupuestales, y no para el desarrollo nacional; promesas electorales opuestas a la propia acción gubernamental; y muchos otros errores palmarios condujeron a la economía al estado en que está.