Murales de un mundo irreal

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Próximo a inaugurarse una obra suya en el nuevo hall del Centro Cultural General San Martín, el artista abre una gran muestra retrospectiva. \”El sistema absorve todo\”.

Pablo Siquier realiza cuadros y murales con líneas en blanco y negro, geométricas, en 3D, que invitan a sumergirse en un mundo que combina formas que remiten a un mundo real pero a la vez inexistente. En la entrada del nuevo sector, próximo a inaugurarse, del Centro Cultural San Martín, se encuentra un gran mural de Siquier que dará la bienvenida a los visitantes.

También el artista está preparando para marzo de 2012 una gran muestra retrospectiva que recorrerá los treinta años de su carrera, la que tendrá lugar en la Sala \”Cronopios\” del Centro Cultural Recoleta.

¿Siempre trabajaste dentro de la geometría?

No, al principio era diferente, por un lado una línea de cuadros y dibujos tradicionales, más de lectura y más intelectual, y por el otro una situación más espacial que eran para sentir con el cuerpo. La idea de las situaciones está relacionada con un etapa mía en la que estaba influenciado por John Cage y Brian Eno, y quería producir una situación que envolviera al espectador, que sintiera más con el cuerpo que con el intelecto. Si bien ambas situaciones son una mezcla, yo teorizaba una situación de lectura y de interpretación de los signos. Y en las ambientaciones y los murales hay una percepción más física de la obra.

¿Esas estructuras remiten a algo conocido, como una estructura de andamios que podría estar en el mundo físico?

Trabajo tanto en las estructuras como en los cuadros con referencias de la realidad pero velada, no es una cita explícita, a los espectadores les suena algo pero no saben muy bien de dónde, si es de los manteles -de cuando eran chicos- o del edificio de la vuelta de su casa.

¿Y en vos, de dónde surgen estas imágenes?

Al principio encontraba referentes fuera del arte pictórico, principalmente en la música, la literatura y la arquitectura. Yo vengo del arte bruto de Jean Dubuffet, Antoni Tapies, Antoni Gaudí y del arte de los locos, esos son mis orígenes. Pero sentí que era en algún punto un callejón sin salida y comencé a ser más racional y estructurado. Pero al principio ésas eran mis influencias, todo muy mezclado con lecturas, con la información que se toma de la calle y hasta con los comics y el rock n roll, que son cosas que me determinaban. Siento que mi obra es un destilado de la experiencia de la ciudad, que es infinita y compleja.

Y con muchas líneas rectas…

Sin duda que la geometría de la ciudad es un intento fallido de orden, son estructuras que ordenan pero que además son incompletas o bastardeadas o mezcladas. Hay líneas superpuestas, hay grillas de los gobiernos o grillas espontáneas, como los asentamientos. De todas maneras es una grilla enferma. La voluntad de orden existe y es una necesidad, pero nunca llegamos al orden. Cuando cambia un gobierno deja situaciones interruptas, se dejan muchos proyectos sin terminar. La conformación de las ciudades alimenta mi trabajo.

También soy un consumidor de muchas cosas como el cine, pero en la recopilación de las imágenes de la ciudad no soy metódico, ni de sacar fotos. Todas las imágenes que veo van a parar a una caldera dentro de mi cabeza.

¿Y cuando se cocinan, cómo salen: obras solas o en forma de series?

Trabajo como si fuera ingenuo, como si no tuviera ninguna situación urbana en particular, ningún edificio en particular, me propongo crear cuadros como si fueran abstractos y puros. Aunque sé que la ingenuidad no existe y que yo pasé por una cantidad de cosas y que todo está teñido por la experiencia previa.

¿Dónde están tus murales?

El primero fue en la reforma del Sanatorio Güemes, otro en Puerto Madero y también están los tres que están en el subte. Que me convocaran también fue motivo de alegría, porque de los subtes recibí influencias de los mosaicos mozárabes de la línea A.

Cuando planteas tu obra, ¿lo hacés para el lugar como un \”site specific\”?

Sí, voy al lugar pero de todas maneras soy un artista poco flexible, tengo un elenco de formas de representación. Pero los límites autoimpuestos trato que se adapten al lugar. El mural del subte no era en la estación, sino en un paso de la combinación de tres líneas, un lugar de mucho movimiento, pensé en el lugar y utilicé líneas que acompañen ese movimiento.

¿Te considerás dentro de la movida del arte contemporáneo?

No, me siento más bien como un artista de la posguerra. En el arte contemporáneo se puede hablar de todo: del amor, de la ciudad o de la muerte.

¿De la muerte de la pintura también?

La pintura es culpable hasta que se demuestre lo contrario, pero sigue siendo válida. Aunque ha habido muchos intentos de matarla. Está dentro de lo contemporáneo y también que todas las expresiones entran dentro del sistema: los contestatarios, los críticos, los complacientes, el sistema aprendió a absorberlos a todos. Es una máquina muy sofisticada que absorbe todo: artistas que bombardeaban el sistema de creencias igual están adentro. Si sos un artista radical, sos absorbido igual.

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