En su último libro para adolescentes, \”No lo intenten en sus casas\”, este escritor multipremiado de apenas 43 años vuelve a seducir al lector más joven con muchos misterios a resolver.
Hay cierta literatura juvenil que subestima a su lector y trabaja para receptores con una capacidad de comprensión \”menor\”. Un ejemplo, es ese relato que explica a cada paso las cosas más simples de la vida, como si debiera definir su objeto palabra por palabra. También existe otra que se traza a partir de un leyente diferente, acaso más simple, pero no en la exposición de los temas. Son los libros que impulsan a los chicos a generar sus propias sensaciones y buscar palabras en el diccionario, un hábito saludable.
En esta segunda corriente se ubica \”No lo intenten en sus casas\”, de José Montero, publicado por la editorial Quipu. Los relatos presentan como punto de partida un enigma y recorren géneros reconocibles para los adolescentes que se codeen con la cultura visual. Por ejemplo, la fórmula oculta de la bombita de olor (un enigma) le cede paso a las peripecias de un banda criminal que pretender robar el secreto para exportarlo (el policial).
No faltan tampoco los géneros mal llamados Clase B, con zombis que viven en las catacumbas de Buenos Aires (\”Pesadilla zombi\”) o con una serpiente mutante que atraviesa todos los climas engullendo insectos, ratas, perros y seres humanos (\”Mutante\”). El de aventuras está representado por un cuento sobre arenas movedizas, las que pueden ser peligrosas (\”No lo intenten en sus casas\”). La de misterio aparece con la historia del dueño de una fábrica abandonada que explota por los aires (\”El Loco Papelito\”), mientras el terror al estilo \”Carrie\”, de De Palma, tiene dos perlas, quizá los cuentos más logrados desde un punto de vista psicológico: \”GPS\” y \”Dibujos del más allá\”, un relato donde el bien y el mal se entrecruzan de manera vertiginosa. Finalmente, el género de terror pesadillesco tiene su dosis con una secta persigue a los pelirrojos (\”La combi\”).
Montero consideró en una entrevista con \”Gaceta Mercantil\” que \”lo importante sigue siendo lo más básico: buenas historias con personajes que generen empatía con el lector\”.
-Los adolescentes demuestran actualmente menos interés por la lectura que antes. Sin embargo, hay un boom de ventas de literatura para jóvenes y usted es uno de los autores con continuidad en ese mercado. ¿Qué técnicas utiliza para seducir a ese público tan difícil?
Bueno, yo no estoy tan seguro de que los adolescentes tengan menos interés por la lectura de libros actualmente. En todo caso, creo que cambió el foco de interés. Puntualmente, yo recuerdo haber empezado a leer literatura \”para grandes\” en torno de los 13 ó 14 años. Hoy en día hay una mayor oferta de libros que pueden leer tanto chicos a partir de 10 ó 12 años, como adolescentes de 17, jóvenes de veintipico o adultos. Me refiero básicamente a Harry Potter y todos los sucedáneos, y a las sagas fantásticas que vinieron tras el éxito cinematográfico de \”El señor de los anillos\”. En ese contexto, yo escribo cosas distintas. Historias que tienen anclaje en la realidad y en lo cotidiano, con chicos comunes que se ven envueltos en situaciones extraordinarias. En cuanto a las técnicas, creo que funcionan muy bien los relatos en primera persona, o en tiempo presente. Y también, a veces, me doy cuenta de que estructuro las escenas o las secuencias de manera casi audiovisual. Pero lo importante sigue siendo lo más básico: buenas historias con personajes que generen empatía con el lector.
-Usted trabaja con elementos reconocibles para los chicos, algunos que seguramente ellos han visto en el cine. ¿Esos son elementos de seducción para los chicos?
Absolutamente. Pero también son elementos que me resultan seductores a mí como narrador. Fíjese que utilizo a los zombis en un cuento que transcurre, en buena medida, durante el rodaje de un cortometraje. O sea que la conexión con el cine está blanqueada. En cuanto a los mutantes, se refiere a un texto sobre una serpiente que se escapa de su hábitat natural, y tiene un estilo que podría emparentarse con el documental de vida silvestre. En cuanto a los experimentos, eso quizás venga de mi fascinación por el que considero uno de los mejores programas de televisión de los últimos años, \”Los cazadores de mitos\”, donde dos expertos en efectos especiales someten fábulas urbanas a comprobaciones científicas. Los chicos se enganchan mucho con ése y otros programas similares. Aparte, durante la epidemia de gripe A, en internet proliferaron páginas educativas para pasar las vacaciones de invierno, y en muchas de ellas había experimentos para hacer en casa. Eso disparó mi imaginación para ese lado.
A lo largo del libro, usted trabaja con varios géneros literarios, aventuras, terror, misterio y hasta un par de cuentos que puede ser policiales. ¿Tal vez esa mezcla en un mismo libro genere que los jóvenes no se aburran?
Es probable. Volviendo a la comparación con el audiovisual, podría decirse que terminar la lectura de un cuento y empezar otro equivaldría a un cambio de canal, ¿no? Por otra parte, creo que nunca utilizo géneros literarios puros, sino que mezclo en forma continua. Sospecho que uso, de cada género, lo que mejor le cabe a cada historia. Íntimamente, a veces pienso que en todos los cuentos meto algo del policial, y me pregunto cuándo me van a descubrir, y a acusarme de contrabando.