Las apasionadas cartas de Vina Velásquez al gran tenor italiano serán subastadas en Londres por una casa de remates.

Por Alfons Luna (AFP)

Londres – Las apasionadas cartas que el gran tenor Enrico Caruso recibió de su amante argentina Vina Velásquez, de la que luego se pierde el rastro, serán subastadas en Londres junto a otras muchas del cantante italiano.

El 19 de noviembre la casa Christie’s venderá más de 700 documentos personales del cantante de ópera más famoso de todos los tiempos -rivalizando con Luciano Pavarotti, por un precio estimado de 250.000 libras (unos 320.000 euros, 400.000 dólares).

Entre ellas hay 22 cartas y postales, 7 telegramas y varias fotos de una muchacha argentina que saltó brevemente a las páginas de los diarios por su romance con el tenor, que nació en Napoles en 1873 y murió joven, en 1921, a los 48 años, en su ciudad natal.

Las cartas de Vina Velásquez son a veces de caligrafía agitada, están escritas en italiano, español y francés, o las tres cosas a la vez, como cuando empieza su despedida con un “mille baiser” y la concluye con “yo ti voglio tutto mio”.

“Mil besos muy fuertes en tu boca adorada de la pequeña Vina, que pone sus labios voluptuosamente por todas partes. Te quiero todo mío”, escribe.

Según una crónica del diario The Washington Times del 28 de julio de 1912, Velásquez es una mujer “más bien robusta, y presenta un tipo peculiar de belleza española, placentera pero no extraordinaria” (las fotos de las que dispone Christie’s corroboran la descripción).

El artículo del Washington Times está fechado en París y anuncia el compromiso de Caruso y Velásquez.

Nunca se casaron. “Sabemos que en aquel periodo Caruso parece meterse constantemente en situaciones donde proponía matrimonio, o se creía que lo había hecho, pero luego no se casaba”, explicó a la AFP Thomas Venning, responsable del departamento de libros y manuscritos de Christie’s.

“Hubo al menos dos ocasiones en que fue demandado por proponer matrimonio y no casarse”, agregó.

La mayoría de las cartas a subasta llevan sellos franceses, por lo que cabe suponer que Velásquez vivía en Francia, y no en Argentina.

“Mon bien aimé, mi tesoro, son las 11 de las noche y no puedo dormirme sin escribirte”, dice en otra de las misivas.

Es de suponer que Caruso le confiaba sus problemas con la madre de sus hijos, Ada Giachetti, porque en otra Velásquez critica a la mujer.

Según el artículo de The Washington Times, la argentina era la heredera de un tal señor De Taz, que había sido amigo del tenor. Su edad no se menciona, pero Caruso tenía 39 años en 1912.

Una de las últimas misivas es una postal de la muchacha desde Italia.

Caruso dispuso que sus documentos personales, entre los que había sobre todo cartas de mujeres, fueran para un amigo suyo de Boston, Antonino Perrone, y con el tiempo acabaron en manos de su actual propietario, cuya identidad no ha sido revelada.

“No podía dejárselas a su mujer. Y en ese punto no guardaba contacto con sus hijos, que eran de una relación anterior”, explicó Thomas Venning.

La mayoría de las cartas están dirigidas a él, pero hay excepciones, como las que él escribió a las hermanas Giachetti, Ada y Rina. Con la primera estuvo 11 años y tuvo cuatro hijos, dos de los cuales sobrevivieron a su infancia.

Con la segunda, estuvo 4. No se casó con ninguna de las dos. Como ambas acabaron abandonando la casa del tenor, las cartas que él les había dirigido se quedaron también.

Al final, Caruso contrajo matrimonio con la estadounidense Dorothy Park Benjamin, con la que tuvo una hija.

Entre vaivenes amorosos, y el rastro perdido de Vina Velásquez, la carrera de Caruso creció, pareja a la salida y popularización de los discos, lo que le daría una fama mundial como nunca antes la había tenido ningún cantante lírico.

Actuó en los mejores teatros del mundo, de Europa, Norteamérica y Sudamérica, llegando a cantar en más de 800 ocasiones en el Metropolitan de Nueva York.

En sus cartas a Ada Giachetti, que también era cantante, le revela interioridades de su voz y su carrera.

“Ni siquiera yo puedo explicarme la manera en que canté. Estaba tranquilo, mi voz firme, de una gran espontaneidad, canté como si estuviera hablando”, escribió en 1903.

En 1897 le daba noticias de su debut en La Scala de Milán: “victoria conseguida en todos los aspectos… todo el teatro levantado y aplaudiendo…, resumiendo, mi futuro está garantizado”.