Argentina no definió las posibilidades que generó durante los primeros 25 minutos y Brasil aprovechó la primera clara que tuvo.
Una desconcentración de la defensa “albiceleste” con Zabaleta y Demichelis, que saltaron juntos a buscar un centro de larga distancia, dejó libre a Tardelli a sus espaldas, que definió ante un Romero que esperó debajo de los palos, indefenso, desde una posición similar al gol de Alemania en Brasil 2014.
En la previa, el “Tata” Martino anticipaba que los jugadores vivían este clásico con “entusiasmo y algo de ansiedad”, y eso mismo demostraron dentro de la cancha. Las faltas de ambos lados se sucedieron ante la absorta mirada del árbitro chino Fu Ming, que fue a vivir una cálida mañana de superclásico amistoso y se encontró con dos equipos que no querían perder, en una final de Mundial que no fue.
Neymar es crack. Juega y hace jugar. Habla con el árbitro, con sus compañeros, pide la pelota, soporta las faltas, no se tira al piso, busca el área y el arco, hace pases de gol y genera espacios y fantasías. Esto, más el oportunismo de Tardelli, fueron suficientes para que Brasil se lleve el primer amistoso.
El punto a favor de la Selección es que Martino logró rápidamente darle su identidad, lo que se vio reflejado apenas iniciado el partido con una pelota larga para Agüero. Este “mix” entre posesión y cambios de frente, con los laterales pasando al ataque por sorpresa utilizando las bandas, es la firma del técnico rosarino y se logró durante la primera media hora.
Messi intentó pero no pudo. Cuando tuvo la posibilidad de empatar, erró el penal. Y esas oportunidades tempranas desaprovechadas en partidos de este nivel pesan y no dan revancha.
Romero está en observación. Hay dos tipos de arquero que Martino puede elegir. Alguien sereno, regular, al estilo Bonano o Roa. O alguien que arriesgue para ganar, como Burgos. Y ahora agrego a Guzmán.
Nada que reclamarle al arquero subcampeón del mundo, claro está. Tiene méritos y con su estilo seguirá en el máximo nivel del fútbol mundial.
Será Martino quien deberá determinar si la defensa argentina necesita un arquero con características diferentes para no volver a repetir este tipo de errores. O si por el contrario, un arquero que juegue más con el pie y arriesgue puede ser contraproducente.
Si elige la segunda opción, deberá entonces poner en observación a los defensores, quienes ya sumaron varios partidos juntos para seguir repitiendo errores básicos, tanto de jugada como de pelota parada.
Hoy Romero no tuvo un buen partido, no salió a cortar de arriba en las pelotas cruzadas, que son el mayor riesgo que genera la delantera brasileña, no se adueñó del área chica y no terminó de ordenar a una defensa con la que se conocen de memoria.
Del otro lado de la cancha, Agüero jugó mal. No estuvo preciso al momento de definir ni en la devolución de primera, y en esto de tirar centros o pases largos y altos, Argentina sigue sin tener un referente de área. Claro que ahí el problema no es el “Kun”, sino insistir en jugar en altura con el delantero del Manchester City, que mide 1,70 metros.
El ingreso de Pastore en lugar de Lamela no significó un gran cambio en un centro copado por volantes y defensores “verdeamarelhos”. Y el reemplazo de Higuaín en lugar de Agüero generó una ilusión que luego no se vio plasmada en la cancha.
Neymar se fue adueñando del partido, tanto desde lo futbolístico como desde lo extrafutbolístico con el apoyo de Dunga, que desde el banco hizo lo suyo hablando con el árbitro y los líneas en “idioma fútbol”. David Luiz cortó cuando fue necesario y la apuesta por el 9 goleador es mérito del DT brasileño.
Si Argentina abría el marcador cuando tuvo la oportunidad, el desarrollo del partido hubiese sido diferente. Pero Brasil aguantó, fiel a su estilo de los últimos años, y cuando tuvo la oportunidad la aprovechó. Recién allí empezó a jugar y a ganar espacios para que la Selección no despliegue su juego.
Éste era el partido más esperado del último Mundial, pero los siete goles inolvidables de Alemania a Brasil lo evitaron. De todas formas, habrá que archivar el “Brasil decime qué se siente”, ya que cuando se tuvo la oportunidad no se ganó ni se jugó.