El equipo de Messi, que no fue

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Argentina es subcampeón del mundo haciendo un papel digno, que encontró su identidad con el correr de los partidos y en la final pudo haber salido campeón si entraba alguna de las diez oportunidades de gol que tuvo, a pesar que la posesión del balón fue en un 60 por ciento favorable a Alemania.

Consiguió tener mística gracias a la tarea de Mascherano por excelencia, muy bien acompañado por Biglia, Lavezzi y Enzo Pérez, labor que por transición mejoró la línea defensiva.

También “Chiquito” Romero nos contagió su humildad y concentración, hasta en las entrevistas, con dos penales atajados y 486 minutos con la valla invicta, superando a los 374 del “Pato” Fillol, con la Selección y durante un Mundial.

Pero tuvo un jugador estrella en el mundo, condecorado con el título de mejor jugador del torneo gracias al sistema poderoso que lo rodea y le quita hasta el derecho a ser segundo, a ponerse triste y llorar por no ganar “su” final.

Sabella fue fiel a su escuela en busca de resultados, por la dirigencia de AFA lo eligió, y logró llevar a este equipo a su techo. Mejor dicho, con esta línea futbolística, estos jugadores no hubiesen podido jugar mejor. Y por eso el técnico merece los aplausos.

Hablar de otro estilo de juego implica viajar al pasado en busca de otra planificación dirigencial y la elección de técnicos acordes con ese estilo. Como al pasado no podemos ir, ese planteo quedará para el futuro.

Quien haya seguido estas líneas, encontrará repetida la idea que para Sabella el equipo fue de menos a más y a partir del encuentro ante Bélgica fue encontrando su traje, el que para él mejor le quedaba.

Tal vez para Messi, el equipo fue de mayor a menor, bifurcando su identidad ofensiva por las lesiones de Di María y Agüero y problemas defensivos, que llevaron a convertirlo en un equipo que prefería jugar de punto y a la contra.

Es que en la previa del Mundial, imaginábamos una Selección haciendo muchos goles y también recibiendo por tener una defensa débil, pero claro que con estos delanteros había que apostar simplemente a hacer más goles que el rival.

Porque además, el juego ofensivo colectivo favorece al de Messi, un delantero y definidor nato que precisa quien le lleve la pelota, quien se mueva por las bandas y quien entre y salga del área para generarle espacios. No descubrimos nada, basta ver cualquier partido de Barcelona para darse cuenta.

El técnico también lo sabía, pero ¿qué esperaba Messi del técnico? Ese no es su estilo de juego y además tenía que resolver esos problemas defensivos. No esta ni bien ni mal, es así y para eso lo eligieron. ¿Qué esperaba el técnico de Messi? Que con los espacios que esta forma de juego le creaba en las defensas rivales, con pocos goles a favor pero aún menos en contra., Lionel e Higuaín sean efectivos.

Lamentablemente no lo fueron. Tras la semifinal con Holanda, Sabella bajó los pies a tierra y declaró que ante Alemania tenían que hacer el partido perfecto, y como si fuese poco amplió su idea y dijo que el partido perfecto era tener efectividad. Después del partido ante el conjunto germano, “Pachorra” declaró: “Faltó eficacia”. Simple, los delanteros no rindieron como él esperaba.

Tal vez exista una incongruencia en querer armar un equipo “para Messi” cuando está comprobado de antemano que no es éste el estilo que más beneficia al ídolo de Barcelona. Tal vez ello deje el sabor amargo de tener al mejor del mundo, sin el mundo. Tal vez sea nuestra culpa esperar algo más de Lionel porque tenemos un concepto diferente de lo que implica ser “el mejor del mundo”.

Lo que es claro es que éste no fue su Mundial, no fue gravitante ni marcó la diferencia en la instancia eliminatoria. Podemos encontrar una razón futbolística o ser perjudicado por las lesiones. Como sea, el equipo lo esperó y si bien no jugó mal, no desequilibró ni definió.

Dijo Mascherano: “Si se aprendió algo ganamos; dejamos algún valor en la gente”. Esto es lo que se festejó en el Obelisco y en las plazas de todo el país, la entrega por la camiseta, la rebeldía ante los poderosos europeos y el contagio a sus compañeros dando órdenes y jugando la pelota por el piso. Un jugador completo, que con sus 30 años le agregó todos los condimentos del puesto desde aquel chico que salió de River, con mucha marca y poco juego. “Masche” se recibió en este Mundial.

Destaco la lógica del técnico, que supo comunicar su idea y logró que el plan se ejecute casi a la perfección. No quedan deudas, solo agradecimiento por tantas emociones. Tanto en la previa del partido con Alemania como ahora, recalcamos esa lógica que hay que respetar.

De aquí en más, debemos saber que gracias a que el equipo se terminó de formar ante Holanda, es que hoy podemos festejar. Porque este estilo de juego solo permite festejar entrega y resultados. Por eso no estoy de acuerdo con el comentario de que “hay que estar contentos porque nadie esperaba que Argentina llegue a la final”. Si el Mundial se jugaba en Brasil, con el apoyo de todos los argentinos que iban a viajar (y finalmente viajaron muchos más), con los “cuatro fantásticos” entre los cuales se encontraba el niño mimado de la FIFA y con Grondona en su última Copa del Mundo, entonces desde lo místico, futbolístico y político, Argentina era una de las favoritas.

Luego vendrá la discusión de qué queremos para la Selección y si Argentina debió jugar a otra cosa para que Messi sea lo que vemos por la tele en Barcelona. Aunque antes debemos ver si existen los elementos para jugar así y trabajar desde las inferiores de los equipos. Para que Brasil 2014 sea nuestro piso y no tengamos que esperar otra vez 24 años para estar entre los mejores del mundo.

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