Exceso de confianza, codicia e impunidad, algunas de las razones de la caída de una \”PyME\” delictiva que no reconoce antecedentes.
Por Germán Santos/Para La Nación
Tres veces por mes, Delfín Zacarías se subía a su auto deportivo Audi TT y marcaba en el GPS el destino que tenía registrado: el hotel Conrad de Punta del Este, donde iba a jugar al póquer y lograba, según declaró luego ante la justicia federal, ganarles siempre a los apostadores “brasileños salames”.
Casi siempre retornaba a Rosario con más dólares de los que se había llevado que, sólo una vez, declaró en la Aduana. El póquer configuraba un escape a la rutina diaria, que no era la monotonía de una oficina del centro de esta ciudad, sino de un laboratorio de cocaína que manejaba con su familia en una casa de una zona residencial de Funes, una localidad cercana a Rosario, que absorbió durante la última década importantes desarrollos inmobiliarios y countries de alta gama. En ese lugar, a principios de septiembre pasado, la Policía Federal se incautó de 300 kilos de cocaína y pasta base.