Fue una de las modelos más cotizadas de principios del siglo pasado, y una audaz reportera gráfica: hizo fotos de la II Guerra, entró en campos de concentración nazis y se retrató en la bañera de Adolf Hitler. Además, tuvo polémicos amoríos.
De la Redacción
Lee Miller fue una de las modelos más cotizadas en las primeras décadas del siglo pasado, pero también una audaz reportera gráfica: hizo fotos de la Segunda Guerra Mundial, fue la primera en entrar en los campos de concentración nazis y hasta se retrató en la bañera de Adolf Hitler.
Considerada “la mujer más bella del siglo XX”, su belleza opacó sin embargo muchas veces su labor como fotógrafa, que ahora se rescata en el libro “Lee Miller in Fashion” (“Lee Miller en la moda”), la primera antología completa de las fotos de moda que la tuvieron de uno y otro lado de la lente de la cámara, y que permanecían sin clasificar en su archivo personal.
Nacida en 1907 y arquetipo de las mujeres liberadas de su época, Lee protagonizó una escandalosa publicidad de tampones en momentos en que la menstruación era todo un tabú. Y también fue conocida por sus polémicos amoríos: entre 1929 y 1932 fue musa, amante y ayudante del fotógrafo Man Ray, además de ser compañera de aventuras sexuales de Charles Chaplin y Pablo Picasso.
Revelaciones. El libro, escrito por la historiadora Becky E. Conekin, analiza el trabajo que desarrolló Miller con la moda entre las décadas de 1920 y 1950 en Nueva York, París y Londres, ciudades en las que trabajó como modelo y fotógrafa.
Gran parte de las fotos son inéditas, ya que Miller, que murió a los 70 años en una granja inglesa que eligió como su refugio en las últimas décadas de su vida, se había negado a distribuirlas o mostrarlas.
Entre ellas hay varias fotografías que tomó durante la Segunda Guerra Mundial, ya que Lee fue la primera fotoperiodista en entrar en los campos de concentración de Dachau y Buchenwald, y por esos años fue espiada por los servicios secretos ingleses debido a sus amistades comunistas.
Nacida en Poughkeepsie (Nueva York), Lee tuvo una vida tan movida como dramática: a los siete años fue violada por un amigo de la familia que además le contagió gonorrea. Pero su familia nunca quiso denunciar el hecho ante la Justicia para evitar un escándalo y eso le dejó a Miller un trauma de por vida y un carácter duro y dominante del que se quejaban muchos de quienes trabajaron bajo sus órdenes.
Pero eso no fue todo: hasta que cumplió los veinte años, su padre Theodore hizo fotos de ella desnuda, aunque su familia intentó justificarlo alegando que intentaba devolverle a la chica la autoconfianza.
Convertida en una bella muchacha, trabajó como modelo para los mejores fotógrafos de su época, entre ellos Edward Steichen. En marzo de 1927 apareció en la portada de la mítica revista “Vogue”, representando el arquetipo de mujer liberada de la época.
En 1928 Steichen le tomó las fotos de un revolucionario anuncio de tampones, cuando la menstruación era un tabú que nunca se había citado en los medios de comunicación.
Como era de esperar por entonces, la modelo fue duramente cuestionada y condenada al ostracismo, lo que la obligó a radicarse en París al año siguiente, donde se introdujo en los círculos de la vanguardia. Fue amiga de Picasso, Dora Maar, Max Ernst, Alexander Calder y Le Corbusier.
La bañera de Hitler. En 1945, Lee trabajaba para “Vogue” y el fotógrafo David E. Scherman, para “Life”. Eran amantes y viajaban incrustados en la 45º División de Infantería del Séptimo Regimiento de Estados Unidos.
El mismo 30 de abril de 1945 en el que Adolf Hitler se suicidó en su bunker de Berlín, Lee y David se metieron al departamento de Prinzenregentplatz, 27, en Munich, residencia del entonces presidente y canciller alemán.
Allí realizaron una de las fotos más osadas de la época: la bella modelo dentro de la bañera de Hitler, con su foto y sus botas militares. “Era mediocre, pero tenía todo lo necesario, incluso agua caliente”, escribió Miller sobre la casa.
Cuando se entera de la la muerte del Führer, anota: “Bueno, está bien, está muerto. Nunca había estado realmente vivo para mí hasta hoy. Había sido un una máquina del mal, un monstruo, durante todos estos años, pero nunca lo consideré real hasta que visité los lugares que hizo famosos, hablé con gente que lo conoció, excavé en los chismes y comí y dormí en su casa. Entonces se convirtió en menos fabuloso y, por lo tanto más terrible, sobre todo por la evidencia de que tenía algunos hábitos casi humanos…, como un mono que te avergüenza y humilla con sus gestos, como una caricatura”.
La relación con Man Ray. Había nacido en Filadelfia, Estados Unidos, pero vivía en París desde 1921. Man Ray (llamado en realidad Emmanuel Radnitzky) conoció a Lee Miller cuando ella se estableció en Francia, luego del escándalo que desató su publicidad sobre tampones.
Se conocieron en 1929 y enseguida se convirtieron en la pareja de moda, rodeada por un círculo de amistades vinculadas fuertemente con el arte. Durante cuatro años fueron amantes, trabajaron juntos y se inspiraron mutuamente. De hecho, la exposición de 76 piezas “Man Ray – Lee Miller, Partners in Surrealism” que se exibe en el “Peabody Essex Museum” muestra los frutos de su amor y creatividad.
Incluso varias fotos firmadas por Man Ray fueron en realidad tomadas por Miller, que lo convenció de tomar ellas las imágenes y que él se dedicase a la pintura y la escultura.
“Juntos, Man Ray y Lee Miller se convirtieron en el objeto surrealista definitivo, dos personas incuestionablemente llamadas a estar juntas, pero cuya relación no cuajó”, afirma el comisario de fotografía del museo, Phillip Prodger.
Tras la ruptura de la pareja, Man Ray regresó a Estados Unidos, donde se casó con la bailarina y modelo Juliet Browner, mientras que Lee se quedó en Europa y luego montó un estudio de fotografía en Nueva York y se casó con un magnate egipcio de los ferrocarriles y luego con el crítico inglés Robert Penrose.
La modelo y fotógrafa murió en 1977, un año después que Man Ray, y sus cenizas fueron esparcidas en la granja inglesa en la que vivió las últimas décadas.