\”Este episodio me ha perseguido toda mi vida pero nunca he querido cambiar mi dignidad por una exhibición pública de arrepentimiento\”, declaró en el juicio en el que se lo condenó por la masacre de las Fosas Ardeatinas.
Los funerales del ex capitán de las SS nazis Erich Priebke, condenado a cadena perpetua por su participación en la masacre de las Fosas Ardeatinas y que murió el viernes pasado a los 100 años, se celebrarán en Roma, anunció hoy (sábado 12) su abogado a la agencia AFP.
“La ceremonia tendrá lugar el martes”, afirmó Paolo Giachini, en una de las iglesias de la capital italiana, sin dar más detalles.
Priebke fue condenado en 1998 en Italia a cadena perpetua por su participación en la masacre en la que murieron 335 civiles italianos en marzo de 1944 en Roma, y cumplía condena desde 1999 en arresto domiciliario por motivos de salud.
Vivía desde entonces en el departamento de Giachini, en la periferia norte de Roma.
El ex oficial de las SS vivió casi cinco décadas en la ciudad andina de Bariloche, en Argentina.
La masacre de las Fosas Ardeatinas se decidió en represalia por un atentado perpetrado por resistentes romanos contra una unidad SS.
El abogado había anunciado el viernes que el criminal de guerra nazi sería enterrado junto a su esposa en Bariloche, pero el gobierno argentino anunció de inmediato que se negaba a recibir en su territorio el cuerpo del criminal nazi.
Durante su juicio, Priebke, apodado el “carnicero”, no expresó ningún remordimiento. En primera instancia, en agosto de 1996, afirmó haber sido forzado a participar en la masacre porque “la orden vino directamente de (Adolf) Hitler, en Berlín”.
Y ante la Corte de Apelación del tribunal militar de Roma, en marzo de 1998 justificó de nuevo: “Mi muerte no habría permitido salvar a esos inocentes. Este episodio me ha perseguido toda mi vida pero nunca he querido cambiar mi dignidad por una exhibición pública de arrepentimiento”.
Detenido en Argentina en mayo de 1994 y extraditado a Italia, en noviembre de 1995, se defendió asegurando que no era responsable. “Soy inocente”, clamó, y culpó a los resistentes italianos.