La ex esposa de Nicolas Sarkozy no tuvo mucho tiempo de ser primera dama. Sin embargo, le alcanzaron unos pocos meses para conocer el trasfondo del Elíseo y plasmarlo en una autobiografía.
De la Redacción
La ex esposa de Nicolas Sarkozy no tuvo mucho tiempo de ser primera dama, ya que unos meses después de que su marido llegara al Elíseo su matrimonio de veinte años se rompió y cada uno rehízo rápidamente su vida.
Sin embargo, a pesar de sus 150 días como primera dama, Cécilia Ciganer Albéniz pudo recoger una cantidad de anécdotas suficientes sobre el ex presidente francés que quedaron plasmadas en su autobiografía “Une envie de vérité”, que saldrá a la venta esta semana y que se convirtió en uno de los libros más esperados en Europa.
Contra los pronósticos, y de acuerdo con los adelantos filtrados por la prensa francesa, Cécilia no deja mal parado políticamente a su ex marido sino más bien todo lo contrario: intenta explicar su intrigante personalidad y algunas acciones cuestionadas de sus primeros días de mandato, como la criticada celebración del triunfo electoral de 2007 en el costosísimo restaurante “Le Fouquet’s”, sobre los tradicionales Campos Elíseos.
En ese sentido, reveló que la intención era buscar el lugar que mejor “representara a Francia y honrara a su pueblo” y por eso eligieron ese restaurante, propiedad de unos amigos. “Es cierto que, cualquier sitio al que hubiésemos ido, nos hubieran criticado igual”, considera.
La efímera ex primera dama francesa no escatima detalles sobre el inicio de una relación, a priori, prohibida. Attias relata que conoció a Sarkozy cuando ambos estaban casados, lo que no le impidió enamorarse del político francés.
Cécila estaba casada con un personaje célebre, el animador de radio y televisión Jacques Martin, mientras que Sarkozy era alcalde de Neuilly. Según el relato de ella, el político comenzó a “acosarla”, y tuvo éxito con bastante rapidez.
“Poco a poco me enamoré de ese hombre que me tenía al tanto de sus problemas y me pedía mi opinión. Era el mundo al revés: aquel que todo lo lograba se abría con sus interrogaciones a aquella a la que la duda siempre acompañó”, recuerda.
El fin de su matrimonio fue bastante similar a su inicio: al poco tiempo de la separación ambos blanquearon sus nuevas relaciones: ella con el empresario Richard Attias y él con la cantante y modelo francesa Carla Bruni, con quien poco después tuvo una hija.
Es que al momento del divorcio, Cécilia ya había conocido a su actual marido, con el que se casó en marzo de 2008, y a quien había conocido cuatro años antes, cuando Sarkozy era ministro de Economía. “Encarnaba un mundo totalmente a lo opuesto del que quería huir, en el que reinaba la superficialidad engañosa, las palabras lanzadas sin pensar…”, recuerda.
Hace años, la francesa “Paris Match” publicó una foto de ambos, dejando al descubierto su amor adúltero, lo cual le costó el puesto al director de la revista.
Cuando Sarkozy logró su sueño presidencial, en mayo de 2007, ambos ya estaban separados de hecho.
Cécilia admite que su hija Jeanne-Marie la convenció de estar junto a su marido la noche de la victoria, luego de negarse a asistir al debate electoral entre Sarkozy y su entonces rival a la presidencia, la socialista Ségolène Royale, ya que le resultaba complicado mantener la apariencia de una pareja unida.
“Era necesario que la mujer pública se impusiera a la persona privada, porque se estaba produciendo un evento excepcional y un destino estaba en marcha”, admite. Pero la “pareja presidencial” no tuvo mucha vida: el matrimonio anunció su divorcio en octubre de 2007, apenas cinco meses después de su llegada al Elíseo.
En su autobiografía Cécilia admite que le sorprendió la imagen pública que consiguió dar el ex mandatario. “Es extraño que este hombre, quien en la esfera privada era de una placidez absoluta y no levantaba la voz haya podido –sobre todo después- dar de él una imagen tan impulsiva”, sostiene.
“Su energía había transmitido un verdadero dinamismo, su agitación no hizo más que exasperar”, dice en su libro, y apunta a los consejeros de Sarkozy por haberlo llevado a buscar al electorado de extrema derecha, cuando considera que las elecciones “se ganan en el centro”.
La pareja Sarkozy-Cécilia en el Elíseo duró demasiado poco. Ella se mudó rápidamente a Nueva York con Attias, mientras que Sarkozy, con su sueño cumplido de jefe de Estado, encontró consuelo en la bella Carla Bruni.