A días de iniciar su segundo mandato, Barack Obama se enfrenta de nuevo al fantasma de la deuda, la crisis en Medio Oriente y el debate sobre la portación de armas. Las prioridades, la relación con América latina y la renovada promesa de avanzar en una reforma migratoria que saque de la ilegalidad a millones de hispanos que fueron clave en su reeleción.
Por Jorgelina Perez/AFP
A menos de dos semanas de su reasunción como presidente de Estados Unidos, Barack Obama comenzó a armar el rompecabezas de su futuro gabinete y a delinear las estrategias para librar las nuevas batallas que se avizoran en el horizonte: el problema del peso de la deuda pública a largo plazo, el conflicto entre Israel y Palestina, la guerra civil en Siria y el plan local para ampliar las restricciones a la venta de armas, luego de la masacre en una escuela primaria de Connecticut en la que murieron 26 personas.
Obama designó a principios de semana a Chuck Hagel como secretario de Defensa y a John Brennan a la cabeza de la CIA, aunque la decisión final recaerá en el Senado, que debe avalar ambas nominaciones.
Las vidas de Hagel y de Brennan serán primero pasadas por el tamiz del FBI y de otros organismos gubernamentales para determinar eventuales conflictos de interés u obstáculos éticos para cumplir sus funciones.
El jefe del Salón Oval designó a Brennan, un experto en antiterrorismo, como reemplazante de David Petraeus, que debió renunciar a su cargo en medio de una polémica trama de infidelidad.
Se trata de un veterano de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) durante 25 años, que desde el 11 de septiembre de 2001 participó de la lucha contra Al Qaeda y que estaba junto a Obama en el subsuelo de la Casa Blanca el día en que Osama Bin Laden fue asesinado en un operativo secreto en Pakistán.
Pero seguramente volverá a surgir ahora un controvertido tema que en 2009 lo dejó afuera de un cargo de esta magnitud en la CIA: su apoyo a ciertas \”técnicas de interrogatorio controvertidas\” durante la administración de George W. Bush. (Ver recuadro).
Por su parte, Chuck Hagel, un ex senador y veterano de Vietnam designado para el cargo de secretario de Defensa, es un republicano con fama de francotirador, acusado por integrantes de su propio partido de carecer de una cercanía suficiente con Israel y de ingenuidad frente a Irán.
Este segundo dirigente republicano designado para encabezar el Pentágono tras la partida de Robert Gates, deberá asumir el recorte de un presupuesto militar a su juicio \”inflado\”, la organización del retiro de Afganistán y el seguimiento estrecho de la situación en Irán y Siria.
Pero aun antes de que se conocieran oficialmente las intenciones de Obama de nominarlo al cargo, sus oponentes salieron al cruce de ese proyecto. A Hagel se lo señala por no haber acompañado en todo momento al aliado israelí o se lo acusa de ingenuidad, por su oposición en el pasado a las sanciones contra el régimen de Teherán. Para el “Washington Post”, Hagel es una \”mala opción en un mal momento\”.
\”No hay la menor evidencia de que yo sea antiisraelí\”, replicó Hagel luego de ser designado para dirigir el Pentágono.
Algunos parlamentarios le reprochan igualmente su carencia de tacto, \”la manera en que expresa sus opiniones, las posiciones que asume\”, según Michael O\’Hanlon, analista militar en la “Brookings Institution”.
Crisis inconclusa. Entre los principales desafíos que deberá afrontar Obama en su segundo período de gobierno está la lucha contra la crisis de la deuda, donde deberá contar –una vez más- con la cooperación de los republicanos.
Con el último suspiro, Obama promulgó la ley que evitó el \”precipicio fiscal\”, que hubiera provocado un aumento de los impuestos y recortes del gasto público, pero el texto aprobado en el Parlamento fue considerado insuficiente por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y por agencias calificadoras de riesgo, que reclaman un plan rápido para sanear las finanzas públicas estadounidenses.
El FMI reclamó a los legisladores ir más lejos para \”volver a colocar a las finanzas públicas estadounidenses en el camino de la viabilidad sin perjudicar la recuperación económica\”. \”Se necesitaría en particular adoptar lo más rápidamente posible un plan completo que permita asegurar a la vez un aumento de los recursos del Estado y un control de los gastos de protección social a mediano plazo\”, declaró el portavoz del FMI Gerry Rice.
En tanto, Moody’s consideró que el acuerdo de último momento entre demócratas y republicanos \”no aporta una base para un mejoramiento serio de las ratios de endeudamiento del Estado (federal) a mediano plazo y más allá\”, mientras que Standard and Poor’s (SP) sostuvo que no ayuda demasiado a \”colocar las finanzas públicas estadounidenses en una trayectoria más viable a mediano plazo\”.
Según Moody\’s, se requerirá de otras medidas de reducción del déficit, que serán tomadas \”en los próximos meses\” luego de nuevas negociaciones, de las que dependerá la nota que la agencia atribuirá a Estados Unidos: o bien le mantiene el famoso \”Aaa\”, el máximo posible, o bien lo baja a \”Aa1\”, siguiendo la advertencia que lanzó en septiembre pasado.
SP, que en agosto de 2011 ya había disminuido la calificación de la principal economía del planeta a \”AA+\” tras el psicodrama político en que se había convertido la polémica por el aumento del techo de la deuda pública, conserva la calificación, pero la acompaña de una \”perspectiva negativa\”, lo cual evidenciaría que podría nuevamente bajarla a mediano plazo.
Así, el aumento del techo legal de la deuda y los necesarios recortes presupuestales deberían estar en el centro de un nuevo debate entre la Casa Blanca y el Congreso en este primer trimestre de 2013.
\”Es bueno que se haya llegado a un acuerdo, pero una lucha muy áspera se entablará en las próximas seis a ocho semanas\”, dijo Richard England, de Atlanta Capital Management, a “Dow Jones Newswires”.
Restricciones a las armas. Luego de la masacre en una escuela primaria de Connecticut que dejó 26 muertos (la mayoría de ellos niños) volvió a abrirse el viejo debate en la sociedad norteamericana sobre la portación de armas.
Abrumado por lo que calificó como el día más difícil de su gobierno, Obama considera ahora implementar varias medidas para luchar contra la violencia con armas de fuego, endureciendo los requisitos y el control para los tenedores, según el “The Washington Post”.
El diario dijo que una comisión liderada por el vicepresidente Joe Biden considera implementar varias medidas de control, incluyendo la realización de análisis completos de los perfiles de los compradores de armasy la creación de una base de datos con los movimientos y la venta de armamento.
Con el objetivo de impulsar la aprobación de estas medidas en el Congreso, la Casa Blanca considera varias fórmulas para proponer a la Asociación Nacional del Rifle (NRF, por sus siglas en inglés), un poderoso lobby que defiende la tenencia de armas en el país.
Según el diario, este plan podría incluir el asesoramiento periódico con políticos conocidos por abogar por el control de la tenencia de armas de fuego como el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. También incluiría campañas para conseguir el apoyo de distribuidores minoristas de munición como la cadena de supermercados Wal-Mart.
Agenda internacional. Los analistas coinciden en que uno de los temas más conflictivos que deberá afrontar la próxima Administración Obama en materia de política exterior es el conflicto en Medio Oriente.
“Qué va a pasar con Irán es el próximo gran tema en Medio Oriente”, opinó el analista demócrata Joe Baerlein. “Estará relacionado con lo que ocurra con Israel y todo Medio Oriente”, mientras que “el terrorismo continúa siendo una preocupación”, añadió.
Para el analista político Chris Arterton, Obama “le dará atención al tema de las conversaciones entre israelíes y palestinos, en la forma que trataron de hacerlo en los primeros tres años de la administración”.
Y agregó que el mandatario “le dará más atención al área del Pacífico, particularmente a su relación con China” mientras que “desafortunadamente las relaciones con América Latina seguirán como han sido, sin demasiada atención para ese área del mundo en términos de prioridades”.
En el mismo sentido se expresó Andrés Molano, profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario en Colombia, quien dijo a la agencia Associated Press que Latinoamérica “no es definitivamente una prioridad y el presidente Barack Obama se acuesta y despierta pensando en muchos otros problemas más acuciantes y complejos que América Latina\”.
De hecho, la región estuvo prácticamente ajena de la campaña electoral, en la cual los asuntos de política exterior se centraron en Irán, Afganistán y Pakistán.
\”No pienso que Obama se enfocó mucho en América Latina \”, dijo a la AP Michael Shifter, presidente del Centro de Estudios Diálogo Interamericano, sobre el primer período de gobierno del mandatario.
Sin embargo, Obama mantiene una deuda pendiente con la comunidad latina, que en las dos últimas elecciones resultó clave para su triunfo. Desde que llegó a la Casa Blanca, el presidente estadounidense se comprometió a impulsar una nueva reforma migratoria para regularizar la situación de millones de hispanos indocumentados.
Y aunque no logró modificar la legislación en su primer mandato, insistió en la última campaña en que el tema migratoriosería una prioridad. De hecho, en los últimos meses implementó un programa que suspende temporalmente las deportaciones de jóvenes inmigrantes que llegaron ilegalmente al país cuando eran niños. Estos jóvenes también pueden solicitar un permiso temporal de trabajo si cumplen con ciertos requisitos.
Julio Oleas, catedrático y analista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, no es muy optimista con respecto al futuro: consideró que tras el triunfo de Obama \”los latinoamericanos podríamos usar una expresión estadounidense para expresar lo que sentimos: so what? (¿entonces qué?), porque hay muy poco o nada que esperar en temas como narcotráfico, comercio o cualquier otro tipo de relación\” entre Estados Unidos y la región.