El FMI prevé una tasa de crecimiento de más del 5% para el continente, liderado por Mozambique, Ghana, Nigeria y Costa de Marfil. Pero sigue dominado por la inestabilidad política y el terrorismo, la corrupción, la excesiva burocracia y la mala gestión.
Por Laszlo Trankovits (dpa)
Todos quieren convertirse en \”leones\”, al estilo de los \”tigres\” asiáticos. Y los datos económicos son motivo de optimismo: desde hace años, los países de África se sitúan entre los de mayor crecimiento del mundo. Para 2013, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una tasa de crecimiento de más del cinco por ciento para el continente, liderado por Mozambique, Ghana, Nigeria y Costa de Marfil.
Entre los símbolos más visibles de este boom y de una creciente clase media, al menos en las ciudades, figuran relucientes centros comerciales, calles atestadas de coches nuevos y teléfonos móviles para cualquiera. Desde el extranjero llega más inversión que nunca, la esperanza de vida aumenta y el número de analfabetos disminuye. \”Está sucediendo un milagro en África\”, celebraba el director del Banco Africano de Desarrollo, Léonce Ndkumana.
Pero en realidad, a la mayoría de países del continente aún les queda para entrar en la senda del éxito. Aparte de la inestabilidad política y el terrorismo, en muchos lugares sigue reinando la corrupción, una excesiva burocracia y una mala gestión de gobierno.
Quince de los 30 países más corruptos del mundo se encuentran en África, según \”Transparency International\”. Por otro lado, entre los africanos sigue imperando la pobreza, hay una enorme carencia de infraestructuras y educación y una creciente falta de energía. Además, las elevadas cifras de nacimientos obstaculizan el desarrollo.
Poco ha cambiado sobre todo en cuanto a las estructuras económicas. \”Como siempre, África produce materias primas baratas para el resto del mundo. Apenas hay comercio interafricano\”, subraya la economista Tapiya Mhute, del instituto político CAI en Pretoria.
Los africanos producen bienes poco competitivos. Incluso sus productos tradicionales proceden a menudo de Asia. Aunque en el continente hay cientos de millones de teléfonos celulares, ni uno tiene su origen allí. La gran ventaja de África, su barata mano de obra, apenas se aprovecha. La falta de carreteras y sistemas de almacenamiento, unida a la carente cooperación entre gobiernos, dificulta el comercio interno. Y, según los economistas, éste es de enorme importancia.
En Europa y Asia, al menos la mitad de las exportaciones se queda en la región. En África, la cifra retrocede al 15 por ciento. Pese a todo lo que se diga, el continente sigue sin tener zonas de libre comercio, o una zona para todo África. \”La fragmentación del mercado africano asusta a los inversores y frena el crecimiento\”, advertía recientemente Mo Ibrahim, uno de los empresarios más exitosos del continente.
\”Sólo un cinco por ciento de todas las inversiones extranjeras mundiales llega a África\”, lamenta el vicepresidente sudafricano, Kgalema Motlanthe. Y estas inversiones, procedentes cada vez más de China, Brasil e India, están destinadas sobre todo a la explotación de sus recursos.
El subdesarrollo económico en África se hace visible por ejemplo en las fronteras entre Sudáfrica y Mozambique, donde una fila interminable de camiones espera durante días. Muchos llevan alimentos a Mozambique, aunque el país es sumamente fértil. Sin embargo, carece de medios de producción agrícola, carreteras y sistemas de almacenamiento y conservación en frío.
Y a ello se suma la burocracia: la empresa de alimentación sudafricana Shoprite paga sólo en la frontera con Zambia 20.000 dólares semanales para exportación de leche, carne y fruta. Sin hablar de los interminables formularios que deben rellenarse. También Zambia es un país fértil, pero sus exportaciones dependen casi exclusivamente del cobre.
Nigeria y Angola, los principales exportadores de petróleo de África, nadan desde hace años entre millones. Sin embargo, el crecimiento económico es sólo muy limitado. \”En muchos países ricos en materias primas falta la determinación política para el reparto justo de la riqueza del país y la creación de estructuras sostenibles para combatir la pobreza\”, opina el experto en África Ricardo Gerigk.
También Sudáfrica, el único país emergente del continente, combate grandes problemas económicos. La creciente intervención del Estado, sangrientos conflictos laborales y protestas sociales están dañando la confianza de los inversores y desestabilizando el país, relativamente rico. Sudáfrica posee una buena infraestructura y exporta productos industriales, pero los problemas se han traducido en una caída de su moneda, el rand, que desde 2010 ha perdido más de un 15 por ciento de su valor frente al euro.
Los economistas están de acuerdo en que África debería promover en especial su agricultura. Pese a la urbanización del continente, el sector sigue dando empleo a la mayoría de africanos. Pero hay enormes carencias: falta tecnología moderna y formación y motivación para los agricultores. Casi todo lo que se produce en África, ya sean materias primas como fruta o verdura, sale del continente en el nivel de producción más bajo, sin elaborar.
Los florecientes negocios de exportación de flores y verdura en Kenia son un paso adelante para el país. Pero para crear puestos de trabajo y éxitos en la exportación, África necesita sacar adelante productos elaborados. En las décadas que siguieron a la independencia de 48 países subsaharianos pasó el tren de la economía globalizada. Como productor mundial de oro, diamantes, petróleo, uranio, titanio o cobre, las perspectivas son sombrías para el continente. \”África no está donde podía encontrarse desde hace tiempo\”, escribió el ambicioso presidente de Ruanda, Paul Kagame. Su análisis: el continente necesita líderes mejores.