La ideología occidental y la respuesta rusa

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Occidente es antes que nada una ideología y las ideologías son imágenes totalitarias de la realidad impuestas por medio de sistemas tecnológicos y psicología de masas.

La única ideología oficial que hoy existe en Occidente es el liberalismo y la globalización no es sino la imposición del liberalismo a toda la Humanidad. Quien no esté de acuerdo con ese destino será destruido tarde o temprano por diferentes medios. Esa es la ley que siguen todas las ideologías, pues ellas operan bajo el par amigo/enemigo.

El liberalismo occidental considera como amigos a todos los que siguen sus directrices en cualquier parte del planeta. Y, por el contrario, considera enemigos a todos los que se le oponen. Aquellos que luchan contra el liberalismo deberán ser reeducados o destruidos. Cuando me reuní con Zbigniew Brzezinski en 2004 me regaló su libro, “The Choice: Global Domination or Global Leadership”, con la siguiente dedicatoria: “Espero señor Dugin que cambie sus puntos de vista en el futuro”.

Tal dedicatoria es un ejemplo claro de cómo opera la ideología, pues si piensas diferente debes cambiar tu forma de pensar (vida, comportamiento, valores) o prepararte para ser destruido.

Rusia juró fidelidad a la ideología occidental en la década del noventa y desde entonces ha sido fiel a esta ideología. Sin embargo, a comienzos del siglo XXI muchos se dieron cuenta de que el liberalismo llevaría a Rusia a la ruina, especialmente porque Occidente exigía de cada vez más concesiones: no solo se trataba de una liberalización de la economía sino de la destrucción de la Federación de Rusia al traspasar vastas zonas de influencia de Moscú al control directo de la OTAN y de Occidente.

Como presidente, Vladímir Putin cuestionó la expansión estratégico-militar hacia el Este de Occidente desde hace tres décadas. Al principio, las declaraciones de Putin eran bastante tímidas pues solo se limitaban a la defensa de la soberanía mientras defendía el liberalismo. Esta forma de compromiso funcionó durante un tiempo. No obstante, Occidente continuó presionándolo y este reaccionó reforzando la soberanía rusa. Poco a poco la situación se volvía cada vez más tensa porque Moscú intentó afirmar su soberanía y luchar por ella. Fue por eso que nuestro gobierno creó el concepto de democracia soberana: un término bastante controvertido y confuso, pero que expresaba una realidad: Rusia quería ser parte de Occidente, aunque esperaba ser soberana.

Sin embargo, este compromiso con Occidente se ha ido disipando durante los últimos 22 años. Occidente ha buscado imponer de forma inflexible sus ideas sobre el resto del planeta, pues quien acepta el liberalismo debe someterse incondicionalmente a él. Conceptos como “soberanía” y “democracia” son lo que Occidente dice que son y eso implica que ya no existe soberanía, porque todo aquel que depende de un tercero para ser considerado independiente y libre carece de la capacidad para hacer su propia política o realizar su propio destino. Además, el concepto de democracia es cada vez más problemático ya que Occidente se ha vuelto cada vez más totalitario y antidemocrático, aunque no ha dejado de ser liberal (Occidente es dominado hoy por una oligarquía cada vez más dictatorial que ha creado toda clase de monopolios).

Ahora Rusia rompió todas sus relaciones con Occidente y el liberalismo. De hecho, Putin intentó por todos los medios que Rusia siguiera la ideología, la tecnología, los códigos, los algoritmos, las leyes y los principios occidentales (liberales), pero el aumento de las tensiones simplemente lo destruyó todo. Rusia se está alejando de Occidente como idea y Occidente ha comenzado a desconectar a Rusia de todas sus redes de control global.

Estamos frente a un fenómeno nunca visto ni en Rusia ni en Occidente. Incluso cuando vivíamos bajo el amparo del imperio comunista de los soviets teníamos mucho en común con Occidente como, por ejemplo, una élite eurocéntrica, una ideología europea (el marxismo había nacido en Occidente) e incluso raíces comunes que se remontaban a la Ilustración.

Sin embargo, la ruptura que se está produciendo ahora entre Rusia y Occidente es total pues se ha comenzado a rechazar la ideología occidental. Es más, podríamos decir que la nueva fase ideológica a la que estamos entrando se puede expresar de la siguiente manera:

Rusia intentó llevar hasta sus últimas consecuencias las lógicas el liberalismo. Asumimos el liberalismo en todas sus formas pero intentamos adaptarlo a nuestra situación específica combinando la democracia con la defensa de la soberanía. La invasión rusa de Ucrania repite muchos clichés occidentales como el de una guerra defensiva, creación de armas prohibidas, supuestos planes del enemigo para invadir nuestra nación, uso de la violencia y el genocidio de la población civil, desastre humanitario, etc. Son tópicos que ya habían sido usados por Estados Unidos cuando lanzó sus ataques contra Irak, Afganistán, Siria, etc. Ahora bien, Occidente ofrece otra versión de los acontecimientos. Rusia ha usado otros elementos de la propaganda occidental como el presentarse como defensora de la verdad, llamando a todos sus enemigos “terroristas” que deben ser eliminados y asesinados o que nuestra intención es “desmilitarizar” y “desnazificar” Ucrania. En cierta forma es un reflejo deformado de la manera en que se comporta Occidente, pero con la excepción de que ahora es otro polo de poder el que está realizando estas acciones: si ellos pueden, entonces nosotros también podemos. En caso de que continuemos con estas acciones (y creo que Rusia es capaz de hacerlo) veremos el nacimiento de un mundo multipolar donde Rusia será un polo independiente y soberano dentro de esta nueva realidad geopolítica.

No obstante, es un error creer que podemos enfrentar a Occidente y su ideología siguiendo sus mismas pautas, principios y valores tanto a mediano como a largo plazo. Tarde o temprano tendremos que cambiar nuestra percepción de las cosas y creo que de eso nos daremos cuenta muy pronto: la guerra apenas comienza.

Ahora que hemos entrado en una confrontación directa y dura con Occidente es necesario que creemos una ideología alternativa basada sobre nuestras propias ideas. Ya sabemos lo que rechazamos pero no ha quedado claro que es lo que afirmamos. El resto del mundo espera ver cuáles son nuestras propuestas: ¿contra quién exactamente estamos luchando? Decimos que “contra del nazismo”, pero es una respuesta poco convincente, insuficiente e inarticulada. Por su parte Occidente grita y dice que “los rusos están atacando a los ucranianos y por eso los rusos son los agresores y los ucranianos las víctimas”. Así es como las cosas se ven desde afuera pues Occidente descarta la existencia (¡siempre lo harán!) del nazismo ucraniano. Nuestros argumentos serán cubiertos por un océano de propaganda. Sin embargo, aquellos que triunfan jamás serán juzgados y deberán pasar mucho tiempo demostrando las razones por las que hicieron lo que hicieron.

Ahora bien, el problema sigue siendo el siguiente: ¿en nombre de qué y por qué estamos haciendo lo que hacemos? Es por eso que necesitamos una Idea propia que no tenga nada que ver con el liberalismo y no sea un simple reflejo de Occidente.

Afirmaciones como “somos el verdadero Occidente” o los “defensores del verdadero liberalismo” ante un Occidente que hoy en día no es liberal sino fascista, solo provocarán risas. Nadie creería semejantes afirmaciones jamás en Rusia y mucho menos fuera de ella. Es necesario que afirmemos algo nuevo que no solo sea comprensible para los rusos sino también para los ucranianos, bielorrusos y todos los demás pueblos euroasiáticos, así como para el resto del mundo. El mundo está esperando que afirmemos nuestra Idea. Solo cuando seamos capaces de afirmarla podremos romper totalmente con Occidente y su ideología. Llevar a cabo esta tarea se ha vuelto cada vez más indispensable y dependerá muchísimo de la aceptación de quienes nos apoyan.

Nuestro gran problema ahora es que hemos roto con Occidente y el liberalismo de una forma irreversible: o construimos un mundo diferente y un orden mundial alternativo dentro de los límites de nuestra civilización o…ya sabemos qué sucederá, aunque esto último forma parte de acontecimientos apocalípticos que aún están por venir.

* Analista y estratega político ruso de tendencia nacionalista. Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

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