América Latina es una de las regiones del mundo con mayor potencial para la innovación financiera. En años recientes, hemos observado que esta tendencia ha comenzado a materializarse con el surgimiento de innumerables “fintech”, especialmente en Brasil, México y Argentina, que están preparando el terreno para otros mercados en la región.
Sin embargo, América Latina se enfrenta a retos culturales profundamente arraigados en la sociedad según la región se moderniza y expande la inclusión financiera, especialmente para las mujeres. Los bancos y las entidades de crédito pueden ayudar a mitigar la brecha de género mediante el uso de datos alternativos y el aprendizaje automático para apoyar a las empresas dirigidas por mujeres, analizando los comportamientos más allá de los puntos de datos tradicionales para evaluar su verdadero potencial como clientes.
En ese sentido, los bancos y las instituciones financieras deben comenzar a adoptar estrategias y tecnologías entendiendo que efectivamente existen ciertos prejuicios inconscientes que afectan la toma de decisión de crédito y riesgo para así reexaminar sus procesos y determinar mejores condiciones para apoyar el desarrollo de negocios liderados por mujeres.
La Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) ha estimado que a nivel mundial existe un déficit de 287.000 millones de dólares para el financiamiento de pequeñas y medianas empresas formales propiedad de mujeres, y América Latina es la región con la mayor brecha: $85,638 millones de dólares.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 54% de las mujeres utiliza sus propios ahorros para iniciar un negocio ya que solo el 15% logra financiarlo con el apoyo de un banco privado. La entidad afirma que entre las principales barreras para las mujeres que quieren emprender un negocio están el miedo al fracaso, las responsabilidades del hogar y la falta de motivación.
En Brasil, una encuesta realizada por Sebrae reveló que el número de mujeres que abrieron su propio negocio aumentó en un 124% entre 2014 y 2019. Uno de los ejemplos recientes más significativos de una emprendedora exitosa en la región es Cristina Junqueira, cofundadora y CEO de Nubank en Brasil, la mayor “fintech” de América Latina. Cofundó la empresa en 2013 debido a su descontento con las altas tasas de interés y el servicio de los grandes bancos brasileños, y ahora, la compañía tiene más de 34 millones de clientes al haber triplicado su número de usuarios en menos de dos años.
Los prejuicios y estereotipos inconscientes, como el hecho de ser madre, han impedido que las mujeres tengan un acceso igualitario al crédito. La realidad es que el 96% de las mujeres cumplen con los contratos de préstamo y tienen sus créditos al día.
Por su parte, Martha Violante, de Entrepreneur.com en México, explica que hay muchas iniciativas para impulsar a los emprendedores, como aceleradores, “hackatones”, incubadoras y redes de apoyo, pero se necesita un mayor esfuerzo conjunto en la educación para tener más presencia de mujeres en las áreas STEM e incentivar más emprendimiento femenino en áreas tecnológicas.
Las mujeres suelen ser mejores sujetos de crédito (según la ASEM), pero tienden a solicitarlo poco porque están menos dispuestas a tomar riesgos que los hombres. En México, de cada 100 mujeres emprendedoras que solicitan un crédito, 99 lo liquidan. Sin embargo, el 70% de las PYME dirigidas por mujeres no reciben estos préstamos.
En toda la región, vemos evidencias de cómo el proceso de préstamo plantea un escenario poco equitativo para las mujeres. Por ejemplo, Solange Calvo, de Noomis Febraban, indica que las mujeres emprendedoras afirman que, al solicitar un crédito, les preguntan sobre su estado civil, si tienen hijos, la edad de los mismos, si se encargan del manejo del hogar, si alguien cuida de sus hijos mientras ellas trabajan, preguntas que no suelen hacerse a los hombres que solicitan un crédito.
A medida que la “revolución fintech” continúe expandiéndose por toda América Latina, junto con la creciente utilización del Internet y smartphones, habrá más opciones para que las mujeres reciban crédito cuando antes no hubiera sido posible. En este sentido, la tecnología es un catalizador de la inclusión financiera, especialmente para quienes han estado históricamente excluidos económicamente
Al adoptar tecnología para las decisiones de riesgo, las instituciones financieras y las entidades de crédito pueden evaluar de manera rápida y precisa el riesgo crediticio de los préstamos personales y comerciales, así como establecer criterios específicos para determinar la solvencia de las mujeres de manera más adecuada.
El uso de datos alternativos para evaluar el riesgo crediticio es una tendencia que ha seguido cobrando fuerza recientemente y jugará un papel clave en la concesión de crédito a quienes tradicionalmente no se habrían considerado como solventes. A medida que el big data y el aprendizaje automático continúen avanzando, será cada vez más sencillo y confiable tomar decisiones de riesgo con la información correcta.
Los beneficios sociales potenciales de una mayor inclusión económica y de oportunidades para las mujeres son evidentes. Sin embargo, ahora corresponde a las instituciones adoptar la tecnología adecuada para permitir más innovaciones y oportunidades de negocio y así modernizar el panorama crediticio y cerrar la brecha de género en América Latina.
* Vicepresidente ejecutivo y gerente general de Provenir para América Latina