Las chicanas entre unitarios y federales eran moneda corriente, antes de que los cruces llegaran a mayores. Aquí una reseña de motes de personajes famosos.
Así como la famosa colección “Buen Aire” editó los cantares de los tiempos de Juan Manuel Rosas y de Manuelita, hace más de 70 años, La Gaceta Mercantil nos permite conocer en su edición del 22 de junio de 1843 las razones en las que el gobernador se fundaba para apodar al general oriental Fructuoso Rivera con el mote de “Pardejón”.
Se justificaba porque los unitarios fueron los más pródigos en aplicar sobrenombres injuriosos hasta a las más distinguidas señoras del país, cosa que practicaban desde 1828.
Así los unitarios llamaban a Rosas “Ancafilú”, nombre de un cacique ranquel que significa “cuerpo de vívora” (“Anca”, cuerpo y “filú”, víbora). Según Carlos Ibarguren y Vicente Cutolo este apodo figuró en el diario “El Pampero” el 19 de febrero de 1829.
Tomás Manuel de Anchorena mereció el de “Torquemada”, porque en su momento prohibió la circulación de libros perniciosos para la moral y de ahí le dieron el nombre del célebre inquisidor español fray Tomás de Torquemada.
José María Roxas y Patrón, director del Banco Nacional y ministro de Hacienda de los gobernadores Rosas, Manuel Dorrego y Juan Lavalle, fue apodado “Zumaca” porque caminaba balanceándose, aunque algunos dicen que era por su segundo apellido Patrón ya que con este nombre se designa al que manda un barco mercante o de pesca.
Manuel Moreno, el hermano de Mariano, diplomático, director de la Biblioteca Nacional y presidente de la Academia de Medicina, fue llamado “Oxides” por haber sido el creador de la cátedra de química en la Universidad de Buenos Aires.
Nicolás de Anchorena, hombre de inmensa fortuna y hermano de Tomás Manuel, fue llamado “Plata blanca” por haber apoyado la ley para abonar las deudas en metálico. Afirma Ibarguren que la plata blanca resulta sulfuro de plomo, por lo que la combinación de plata, sulfuro y plomo, aplicada por sus enemigos, podría caracterizar al hombre rico, colérico y pesado.
A su hermano Tomás, también le decían “Macuquino”, aunque no lo comenta esta nota de La Gaceta, como sinónimo de rico ya que fue una sólida moneda de plata que se acuñaba en el Potosí.
El doctor Felipe Arana, ministro de Relaciones Exteriores, respondía a los motes de “Felipe Batata” por su prominente nariz y también “Campanillero”, en una alusión a los monaguillos que acompañaban a los sacerdotes cuando llevaban el viático o la Eucaristía a los enfermos agitando una campanilla. Lo consideraban un dócil acólito de los federales.
El “Mudo de los Patricios” era un pobre tartamudo de pocas luces que vivía pegado a la puerta del cuartel de ese regimiento. Al decir de Vicente Fidel López, “marchaba, inconscientemente como hacía todas las cosas, a la cabeza de los cuerpos hasta el momento del fuego en los combates. Acompañaba sus recitados con toques de bombos y platillos de su invención, golpeándose el vientre cuando terminaba algún párrafo”.
El doctor Baldomero García era panzón y tartamudo, de ahí el mote que le aplicaron al célebre jurisconsulto.
“Ciriaco Alderete” se lo inventó para sí el general Manuel Oribe, y los unitarios siguieron aplicándoselo. Incluso unos versos de Hilario Ascasubi recuerdan “¡Ciriaco!, ¡triste Ciriaco! / Rivera te tiene flaco. / Por delante y por detrás / ¡que suspiros pegarás! / Ahora que la cosa / se va enderezando, / y que tus soldados la van olfatiando…/ a desgranarse / empieza tu mazorca / hasta pelarse…/ diariamente de tu gente / del Cerrito, Ciriaquito, / se van escurriendo, / y acá se nos vienen / y en esto demuestran / la fe que les tienen / al Restaurador / y a Ciriaco Alderete / el degollador”.
Al general Ángel Pacheco le decían “Espuela” por haber hecho toda su carrera en el arma de caballería, y según me dijo un pariente suyo otro mote muy popular para él y otros camaradas como Manuel Escalada, que en doce días cubrió la distancia entre Santiago de Chile y Buenos Aires con el parte de Maipú, les llamaban “culo de fierro”.
Manuelita Rosas fue tratada respetuosamente y mereció el apodo de la “Pucelle”, la Virgen, en francés; sin duda porque muchas veces intercedió por detenidos o condenados en tiempos del gobierno de su padre.
Seguramente encontraremos otras curiosidades en La Gaceta Mercantil de aquella época, ya casi bicentenaria, para esta que recupera aquellas viejas y curiosas historias y noticias.
* Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación