“Luces y sombras del pasado” es una recopilación de temas actualizados de la fructuosa obra del historiador, un prolífico investigador que volvió sobre sus pasos.
El historiador Bernardo Lozier Almazán, autor de una veintena de libros y un centenar de artículos, ha reunido en su obra “Luces y sombras del pasado” trabajos que dio a conocer en algunos casos hace más de dos décadas y que, en lo particular, habría titulado como se encabeza este comentario: “Breves relatos de grandes historias”.
El autor seleccionó nueve historias de “variada época, temática, época y escenario”, que van desde la España de los Borbones hasta Roque Sáenz Peña, que siendo presidente pasó largas temporadas en San Isidro en la quinta de los Aguirre (hoy Museo Pueyrredon).
El primero de los trabajos se titula “El ocaso del imperio español y sus consecuencias en el Río de la Plata” sobre la sucesión de esa Casa hasta la llegada de Carlos III con sus ministros italianos, donde no falta la picaresca española cuando recuerda la destitución y el destierro del marqués de Esquilache, que partió rumbo a Nápoles y dio motivo a esta cuarteta: “Ya falleció de repente / el gran monstruo Esquilache / y aunque entierro se le hace / no está de cuerpo presente”. Y donde también se produjo la desacertada medida de expulsar a los padres jesuitas.
Prosigue relatando Lozier la historia hasta Fernando VII y toma de España por las tropas napoleónicas en medio de la “grave crisis moral y política que padecía la corona… y el sentimiento de orfandad en que se encontraban estos dominios”, lo que desencadó los procesos emancipadores.
La figura de Hernando de Colón, “hijo del amor” del Cristóbal, el almirante, con Beatriz Enríquez de Arana, hombre de excepcional cultura y al que su padre le legó su biblioteca de 238 libros, lo que despertó su pasión por la lectura “y con el tiempo su vocación de bibliófilo”. Algunos incunables y otras obras son descriptas, salvando del olvido la librería colombina, a la vez que se relata la cristiana muerte del biografiado.
Lozier, acabado estudioso de los “ex libris” y autor de un libro sobre el tema, trae a colación el del jurista sevillano José Márquez de la Plata y Soto, letrado de la audiencia de Buenos Aires, tema que desarrollara en una publicación del Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces ya que salió de la Imprenta de los Niños Expósitos.
La biografía de Benito de Lué y Riega, el obispo de Buenos Aires, es junto con los trabajos de Colón y el del “ex libris” de los más interesantes. Allí aparece una nueva perspectiva sobre el famoso prelado del Cabildo Abierto del 22 de mayo. Su figura fue estudiada por el R.P. Guillermo Furlong S.J. y el presbítero Ludovico García de Loydi, pero en este trabajo Lozier apuntó: “Encontrándonos tan distantes de las pasiones antagónicas propias de los procesos revolucionarios, es tiempo oportuno para revisar su protagonista, sine ire et cum studio, y asignarle el lugar que le corresponde en las páginas de nuestra historia”. Publicado originalmente hace una década, el autor ha consultado nuevos aportes logrando en este trabajo sobre Lué una de las más acabadas semblanzas del famoso obispo, destacándose el apéndice documental con la librería que poseía, una de las más importantes de Buenos Aires en 1812.
Autor de una biografía de Santiago de Liniers y su tiempo, en otro estudio que fue su conferencia de incorporación a la Academia Nacional de la Historia, el autor da cuenta de los nuevos hallazgos relativos a la vida del exvirrey, dados a conocer en 2013 por Luis de Roure, esposo de la heredera de las cartas. Preocupado porque “nuestros calendarios de efemérides patrióticas padecen de una extraña amnesia, que ha borrado de su memoria a quien fuera el héroe de la Reconquista de Buenos Aires en 1806, virrey del Río de la Plata, mártir de sus principios”, Lozier pronunció una conferencia en el Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, donde tuvimos el gusto de presentarlo, sobre los últimos días de Liniers y su descendencia, tema éste último poco conocido y de especial interés por la trascendencia de muchos de sus miembros en España.
San Isidro, uno de los temas preferidos de Lozier, está presente en tres trabajos, todos ellos dados a conocer en la Academia de Artes y Ciencias de esa ciudad, de la que es numerario. Se trata del recuerdo a José Darregueyra, un peruano nacido en 1771, diputado al Congreso de Tucumán de destacada actuación e hijo de José Darregueyra y Calbete y de Jacoba de Lugo y Sandoval. Sin embargo, al tiempo de dictar su testamento en 1811 el padre declaró “haber tenido hijos” y “por hacer bien a un infante que nació en la ciudad de Trujillo, cuyos padres no podían declararse…” se le puso por nombre “Joseph Darregueyra y Lugo, como si fuese nuestro hijo, con el solo objeto de que su ilegitimidad no le fuese obstáculo para la carrera que siguiese”. Brillante abogado, José fue dueño de una chacra en San Isidro. Su vida pública comenzó en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 y finalizó como diputado al Congreso reunido en Tucumán y trasladado a Buenos Aires. La tuberculosis acabó con sus días el 1º de mayo de 1817.
El otro trabajo está dedicado a Sáenz Peña, que fue vecino de San Isidro mientras ejercía la presidencia de la República. Eran tiempos en que se debatía la famosa ley que lleva su nombre, cuando le propuso alquilar la quinta a don Manuel Aguirre, que en principio se negó a lucrar por lo que se la ofreció gratuitamente. El presidente no aceptó el ofrecimiento e hizo, de acuerdo con Aguirre, una donación mensual de 500 pesos al hospital local. Conservamos una foto donde se ve a Sáenz Peña el día de Reyes, cuando se hizo un reparto de juguetes entre los niños pobres, llevando a uno de ellos de la mano.
Finalmente aparece un capítulo sobre la Constitución de 1853 que merece leerse en tiempos en que la práctica ha vapuleado tanto nuestra Carta Magna, especialmente con promesas de respetarla para después ignorarla totalmente con candidaturas que solo son escalón de ambiciones mayores.
Este libro de Lozier Almazán seguramente ocupará un lugar en la biblioteca de los lectores de sus folletos y artículos, y me recuerda a otro siempre vigente a más de 40 años de su aparición de un amigo común, Enrique Williams Álzaga, “Vida y paisajes”, porque ambos tienen la investigación, la novedad y la buena pluma, al punto que entrar en ellos es como tener una conversación intimista. Una vez más el sello de Ediciones Sammartino habla de la calidad de la obra y su cuidadosa edición.
* Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación