Por qué, contra todo pronóstico, Macri cree que puede ganar las elecciones

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Mauricio Macri ya estuvo ahí. Siempre por su propia impericia, pero ya estuvo ahí. Claro que nunca atravesó una crisis tan profunda. Tampoco sus colaboradores, habituados todos a festejar en cada elección. Desde la megadevaluación del año pasado, que disparó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por la debacle cambiaria y la disparada de la inflación, el gobierno de Cambiemos no ha podido remontar vuelo. El “veranito” a partir de mayo pasado murió este “lunes negro” cuando el dólar volvió a explotar tras la abultada derrota en las PASO.

Ahora bien, Macri cree hoy que la suerte no está echada. Al menos, no definitivamente. ¿Por qué, contra todo pronóstico, el Presidente cree esto? En las últimas 48 horas, tres miembros de su gabinete describieron ante este cronista los motivos, no de un optimismo absurdo, a estas horas, sino de un análisis sopesado de la realidad surgida de las urnas.

Algo notable es que los ministros consultados creen menos que Macri en la posibilidad de su reelección.

En primer lugar, el análisis post-PASO de la cima de poder, que en parte se vio en la criticada reacción de Macri del lunes último, advierte que el enojo provocó una “sobre reacción” del electorado. “Mauricio coincide con quienes sostienen que el kirchnerismo no recogerá la misma cantidad de votos el 27 de octubre, y que esos votos volverán y se sumarán a los de otros enojados ‘propios’ como los de (Juan José) Gómez Centurión y (José Luis) Espert”, más allá de los que pudieran “robarse” a Roberto Lavagna.

Claro que para que esto ocurra no debieran cometerse más errores groseros, tanto los históricos como los del último año, que fueron fraguando en la enorme masa de víctimas que se vengaron votando al kirchnerismo.

Que el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, candidato de Cambiemos a la intendencia de La Matanza, dijera este jueves que cayeron en el “error” de ignorar la situación de los sectores más vulnerables, nos exime de cualquier comentario.

En ese distrito del Conurbano, el kirchnerismo superó por más de 40 puntos al macrismo, lo que ayudó a agigantar el triunfo de Axel Kicillof sobre María Eugenia Vidal. Finocchiaro no se llamó a silencio, insólitamente.

El cálculo de Macri y sus asesores de campaña es simple: al menos cinco de los 47 puntos de la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner deberían “volver”. “No todos los que votaron en las PASO a la oposición son kirchneristas, ni siquiera peronistas”, consideran Macri y sus gurúes. “Estaban muy enojados por el último año y lo expresaron el domingo. Vamos a trabajar sobre ellos de acá a octubre”, confió uno de los funcionarios consultados.

Los votos de los enojados “propios” también deberían ser recuperados: nos referimos a los “celestes” de Gómez Centurión y a los libertarios de Espert. Aquí comienzan los problemas porque deberían cortar boleta para votar a Macri a presidente y, donde tengan, a sus candidatos a diputados. ¿Lo harán? ¿O se rebelarán sin cortar boleta? ¿O, según el grado de rechazo a Macri, derivará parte de ese caudal –cinco puntos- a Lavagna?

El caso del candidato de Consenso Federal también es un enorme interrogante para el Gobierno. Lavagna cosechó el 9 por ciento de los votos, un magro resultado para sus expectativas pero que lo ubicó a mitad de camino entre Fernández y Macri. El primero ya le envió su mensaje al exministro de Economía de Néstor y Cristina. Sergio Massa hizo lo mismo. Miguel Pichetto tampoco se quedó quieto, pero difícilmente logren que baje su candidatura a favor de alguno de ellos. La clave será la oferta que reciba Lavagna, como “hombre de Estado”, de un futuro gobierno, sea peronista-kirchnerista o macrista-peronista.

Claro que todas especulaciones pueden naufragar en una tormenta económica, que puede alterar cualquier escenario. Si Macri consiguiera evitar una derrota en primera vuelta, parece difícil que Vidal vaya a conseguir sortear esa instancia, donde no hay segunda vuelta.

Hoy, la mejor imagen para el oficialismo sería un triunfo nacional aunque perdieran la provincia de Buenos Aires.

Por último, más allá de lo que crea, Macri está obligado a seguir en campaña y a seguir gobernando. Una dualidad peligrosa para él y para los argentinos.

* Director de gacetamercantil.com.ar

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