Los acontecimientos, los gritos y las neurosis

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En las últimas 36 horas me vi obligado a bloquear a varios contactos (uno de ellos muy apreciado hasta ayer). Los consumía una fiebre contagiosa de odio por los vencedores de las PASO y con un nivel de agresión irreconocible. Era un odio que sólo conocí en 1955, siendo un pibe y aterrado. Decían defender la Democracia. Se contradecían porque en Democracia se debe escuchar la voz del pueblo. A mí no me gusta para nada el resultado, no tengo nada que ver con el populismo (teórica y prácticamente y he escrito mucho sobre ello) pero me propongo analizar el porqué de los resultados (ver mi nota Waterloo en Infobae de hoy). Este gobierno, el de Mauricio Macri, que muchos aplaudimos los primeros meses de administración o el primer año, llegó con funcionarios que fallaron, que no encontraron el botón para que la maquinaria económica funcionara. Macri debería ya cambiar ese gabinete y estrechar lazos con dirigentes peronistas amplios y con buena cintura política.

La conocida reacción contra el acuerdo con el Fondo Monetario (que Argentina aceptó sin chistar) no se escuchó en su momento. Los adoradores del Gobierno callaron. Todos los acuerdos con el Fondo son recesivos; la recesión produce inflación e inestabilidad, dolor, apriete, marginales, bolsillos vacíos y desocupación. Y hambre. Para mí, como para los anarquistas en la guerra civil española, “una democracia sin pan es una burla”. 

La presión impositiva fue escandalosa, la caída de la producción mostró un panorama desolador (56 por ciento de caída en el último año en la industria), la gente acumuló mucha bronca. Y era lógico que la tuviera. El gobierno no escuchó los sonidos de la realidad y siguió adelante. Y además, como si fuera poco, alimentó (Marcos Peña y Durán Barba) que el único camino para las PASO era polemizar con el kirchnerismo. ¿Qué logró con eso? Cristina Fernández, con su astucia fiera, unió las voluntades, los sectores enfrentados del peronismo, de la izquierda, de los que tienen nostalgia de los 70, y acumuló fuerzas. Fue entonces el gobierno el que forjó estos resultados. 

Y ahora estamos en las nubes, con una aguda crisis económica y con apabullantes declaraciones de Alberto Fernández (que no conoce para nada las cuentas reales con que se maneja el gobierno) donde acusa, donde promete renegociar la deuda. Ni el gobierno ni el populismo están fomentando tranquilidad.

Se sabe que el populismo es eso: arribismo, violencia verbal, contradicción y concesiones demagógicas absurdas. Pero ayer Macri despreció la votación popular. ¿Se equivocó la gente? Sin duda, pero nadie puede juzgar esa resolución o vomitarla con gritos e histeria. Dejemos el tema para los psicólogos sociales.

¿Que esperaba Macri? ¿Besos y caricias en medio de un apriete económico destructivo?. La sociedad votó como en 2015. Entonces estaba harta de la voz constante, del parloteo demagógico de Cristina Fernández, de las torpezas económicas que había cometido gobernando, de los robos de las arcas estatales confirmados en la Justicia. Y la votación la excluyó. A continuación ganó Macri. Hoy recibe la misma medicina que padeció el cristinismo en 2015

La crisis se traslada al peligro, en estos momentos, de la gobernabilidad. Si nadie escucha al gobierno y si nadie escucha a los ganadores estamos fritos. Se advierte que los ganadores vienen con ánimo de venganza. Los periodistas seremos los blancos fáciles, como los jueces. ¿Pero debo entrar en una neurosis galopante, en un odio donde me sale espuma por la boca o el resultado me obliga a tratar de entender qué pasó y los porqué? Ojo. El concepto de democracia es amplio. Pero nadie se puede arrogar ser dueño o representante de la democracia, que es sinónimo de solidaridad con las instituciones republicanas, con la votaciones, poniendo el oído a lo que satisface o desea el pueblo. Gane quien gane el 27 de octubre se enfrentará a una situación económica crítica y de gran estrechez.

Aprendamos a reconocernos y saber cómo enfrentar el futuro. Compremos armaduras medievales si fuera necesario, que se calme nuestro corazón. Los que perdieron hicieron las cosas mal. No creo para nada que el populismo logre resultados. Nos esperan más años difíciles, gane quien gane. Lamento si perjudica a alguien mi visión más realista que apocalíptica.

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