De lasque operan en Argentina (Burguer King, Wendy y McDonnald’s), ninguna sale indemne del informe publicado en el país del norte.
Casi todas las cadenas de comida rápida de EEUU, entre ellas McDonald’s, Burger King y Wendy’s, obtuvieron una muy mala calificación en lo que se refiere al uso responsable de antibióticos en la carne de vaca que sirven, de acuerdo con un informe difundido este miércoles.
Solo dos cadenas de hamburgueserías se salvan con una calificación de A: son Shake Shack y BurgerFi, dos empresas pequeñas sin alcance nacional.
El resto obtuvo notas que van de D- a F en el nuevo informe fruto de una colaboración entre el Natural Resources Defence Council, Consumer Reports, Center for Food Satefy y otros grupos.
Las notas se corresponden con la cantidad de antibióticos que contiene la carne vacuna que compran a sus proveedores estos establecimientos y la transparencia en sus progresos a la hora de reducir el consumo.
“Para proteger la salud pública y presionar a la industria de la carne a eliminar el uso excesivo de antibióticos, los restaurantes –y en especial las cadenas de comida rápida que venden hamburguesas– deben comprometerse a utilizar carne que provenga de productores que usen antibióticos bajo la supervisión de un veterinario con licencia sanitaria y solo para tratar animales que hayan sido diagnosticados con una enfermedad, o en circunstancias limitadas, para controlar algún brote o epidemia. Hasta ahora, sin embargo, muy pocos lo han hecho”, advierte el informe.
“El crecimiento y la propagación de las bacterias resistentes a los antibióticos es una crisis de salud mundial que amenaza con crear un futuro en el que las infecciones comunes puedan de nuevo poner la vida en peligro en gran escala. La Organización Mundial de la Salud y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) consideran que la resistencia a los antibióticos es una de las principales amenazas a la salud pública global. El uso excesivo de los antibióticos en la producción de ganado contribuye significativamente a propagar la resistencia a los antibióticos. Mientras más se consuman, más bacterias se volverán inmunes a ellos”, continúa el reporte.
En efecto, la reducción del uso rutinario de antibióticos puede ayudar a ralentizar la difusión de bacterias resistentes a los antibióticos, algo crucial para que continúen siendo útiles para tratar las infecciones en los humanos y los animales. “Muchas compañías se han comprometido a acabar o restringir el uso de medicamentos en los pollos. Desafortunadamente, en lo que se refiere a la ternera y el cerdo, hemos visto muy pocos cambios significativos”, añade la investigación.
El pollo solo cuenta por el 6% del uso de antibióticos en la industria de la carne, frente al 43% de la carne de vaca, según Consumer Reports.
Aunque el papel de las empresas es crítico para enfrentar la crisis que supone que los antibióticos dejen de ser efectivos, no es suficiente. Las entidades que forman esta alianza le han pedido a la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA) que se involucre y regule el uso de antibióticos en la agricultura prohibiendo el uso rutinario de algunos que se toman para prevenir enfermedades y también estipulando objetivos claros.
Existe cada vez más conciencia sobre la mutación de las bacterias en cepas resistentes a cualquier tratamiento, las llamadas superbacterias que se crean en buena parte por el abuso del consumo de antibióticos por parte de los seres humanos, incluso por un simple resfriado. Pero también por su empleo masivo en las granjas, donde son usados como factor que ayuda al crecimiento al prevenir enfermedades. De esta forma, el ganado cumple su ciclo hasta el matadero más rápido.
Esta mayor conciencia se refleja en las ventas de carne libre de antibióticos, que crecieron un 29% cada año entre 2011 y 2015 (frente a un 5% de la carne convencional), según un informe de la consultora Nielsen de 2016.
“En la primera etapa de sus vidas, la mayoría de las vacas viven al aire libre, y no suelen recibir antibióticos. Sin embargo, cuando se les traslada a la unidad de engorde viven muy confinados y reciben una dieta rica en maíz y soya. La dieta natural de las vacas es la hierba. La ingestión de grano predispone al ganado a abscesos en el hígado y otras infecciones. El sistema confía en los antibióticos para atajar estos problemas”, señala Jean Halloran, de Consumer Reports.
La FDA lanzó en 2017 normas para prohibir que los antibióticos se usasen para la promoción del crecimiento de animales. Además, estipuló que los granjeros debían obtener recetas de los veterinarios, en lugar del acceso libre como ocurría hasta el momento. Sin embargo, los expertos creen que las normativas de la FDA contienen numerosos resquicios legales que permiten que los granjeros continúen usando antibióticos para prevenir las enfermedades incluso si los animales no muestran síntomas de enfermedad.
La creciente resistencia de las bacterias a los antibióticos causa unas 23,000 muertes al año en EEUU, según los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC).