Jair Bolsonaro jamás escondió lo que era. Y una avalancha de votos lo aupará el próximo día 28 en la presidencia de Brasil, líder regional y octava potencia industrial del mundo. ¿Un nuevo Trump? ¿Qué se puede esperar de él?
Un 58 por ciento de los brasileños anuncian en las encuestas que votarán por Jair Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil, en cuya primera tanda el candidato neofascista alcanzó el 46 por ciento de los sufragios.
El juego democrático tiene estas cosas. Tal débil y etéreo es el sistema, y tanto falla a la hora de dar respuesta a las necesidades básicas de la gente, que de sus entrañas y a través del voto comienzan a surgir esperpentos políticos como el de Bolsonaro, que reconoce varios antecedentes en Occidente aunque el más fácil de asociar sea el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Más allá de la discusión de si el demoliberalismo está en retroceso y por qué, los estándares sin duda vienen bajando de manera sistemática en las últimas décadas. El Wall Street Journal salió a defender a Bolsonaro esta semana al señalar que es “un populista que promete hacer Brasil grande de nuevo”, parafraseando el slogan de campaña de Trump, a quien conscientemente el futuro jefe de Estado brasileño se asoció, tanto en términos de discurso como de herramientas para difundirlo, “fake news” mediante.
Bolsonaro es el protagonista de una de las elecciones más polarizadas en su país, en buena parte por su historial de declaraciones racistas, homófobas, machistas, misóginas y xenófobas
El contraposición, el diario que expresa a vastos sectores del sistema financiero global consideró que el “petista” Fernando Haddad busca volver a poner en vigencia medidas económicas “del estilo del venezolano Hugo Chávez”. Así, sin grises.
Esto no es todo, aunque sea impresionante. El influyente dirigente judío brasileño y de la comunidad judía latinoamericana, y presidente de Maccabi World Union, Jack Terpins, celebró el amplio triunfo del candidato de ultraderecha en la primera vuelta porque, según dijo, “va muy bien con la comunidad judía”.
Terpins, ex presidente del Congreso Judío Latinoamericano (CJL), afirmó que Bolsonaro “es un gran amigo de Israel” y resaltó la promesa del ex militar de avanzar con un proyecto para mudar la embajada de Brasil a Jerusalén”, como ya lo hizo Trump.
¿Ecos de 1938? La victoria de Bolsonaro cayó como un valde de agua fría en la esfera progresista de América Latina y muchos denominan al candidato del Partido Social Liberal de Brasil como el Trump brasileño.
Un cúmulo de variables han llevado al postulante ultraderechista a dominar la primera vuelta con diecisiete puntos de ventaja sobre su principal rival,Haddad, reuniendo casi cincuenta millones de votos.
Al contrario que la mayor parte de los medios internacionales, que han analizado la victoria inicial de Bolsonaro con preocupación, el WSJ publicó una columna de opinión en la que no sólo no demoniza al rival de Haddad, al que califica de ser un puro heredero del libro de estilo de Chávez, sino que hace una defensa radical del candidato ultraderechista.
“Los progresistas a nivel mundial están teniendo un ataque de ansiedad en relación con la casi-victoria del candidato conservador brasileño, Jair Bolsonaro. Después de años de corrupción y recesión económica, aparentemente millones de brasileños creen que un ‘outsider’ es exactamente lo que el país necesita, A lo mejor saben mejor lo que les conviene que el resto del mundo”, comienza diciendo el editorial del WSJ.
El medio estadounidense también lo describe como “un populista que promete hacer Brasil grande de nuevo” y que dice “cosas políticamente incorrectas que encienden a sus oponentes”. Cosas como insultar a numerosas mujeres, entre ellas una periodista a la que calificó de “idiota” y a una diputada, Maria do Rosario Nunes, a la que llegó a tildar de “vagabunda” ante las cámaras de televisión.
Bolsonaro, representante de los sectores más conservadores de la sociedad brasileña y líder en las encuestas sobre todo entre los más ricos, también le dijo a Nunes que “no merecía ser violada”, un comentario por el que responderá a un juicio en la Corte Suprema.
Bolsonaro también cree que es injusto que solo los criminales vayan armados y no exista la posibilidad de defenderse. Su candidato a vicepresidente es el general Hamilton Mourão, que no ve claro eso de la paga extra para los trabajadores y el que se atreve a utilizar el término “blanqueamiento de raza” en el último país americano en abolir la esclavitud.
Según la junta editorial del periódico, la crítica que hacen los oponentes políticos a Bolsonaro, que ha llegado a defender la dictadura militar brasileña, son infundadas ya que al menos el dirigente conservador “no está proponiendo cambiar la Constitución”.
“Por el contrario, Haddad quiere reescribir la Constitución para incluir una asamblea constituyente, similar a la del modelo venezolano. También quiere cambiar cómo se gestionan los ascensos militares, dando el poder al presidente. Esto parece salido del manual de Hugo Chávez”, advierten.
“Haddad es el candidato escogido a dedo por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que está cumpliendo una condena de 12 años de prisión por sobornos pero continúa siendo un héroe para la izquierda”, añade, con sorna, el editorial en WSJ
Por último, el diario, cuyo lema entre otros es el de un “análisis en profundidad sin fronteras”, concluye la nota editorial alabando la capacidad de movilización de Bolsonaro, que enfrentó al Partido de los Trabajadores, que cuenta con una base social y una infraestructuras mucho mayores.
“Después de tanto caos político y corrupción, no sorprende en absoluto que los brasileños estén respondiendo ante un candidato que promete algo mejor”, concluye el diario financiero.
El pasado domingo, de manera paralela a las celebración de las elecciones, miles de mujeres se manifestaban en las calles de las principales ciudades brasileñas en señal de protesta y rechazo a un candidato cuya carta de presentación, más allá de su claro liberalismo económico, es una ideología caracterizada por un historial de declaraciones racistas, homófobas, machistas, misóginas y xenófobas.
¿Estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo ciclo, la deriva antidemocrática es un estertor de un sistema que se muere? ¿Hay reservas para revertir este fenómeno que atraviesa a sociedades distintas pero con las mismas frustraciones?
Las preguntas se acumulan como las intenciones de voto para Bolsonaro, una amenaza para los propios brasileños que lo votan y para los latinoamericanos, víctimas futuras de sus decisiones económicas, que asisten atónitos a su ascenso.