“La gobernadora decidió dejar de involucrarse en las decisiones nacionales”, lo definen en La Plata.
Algo se quebró en el vínculo entre Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. “La gobernadora decidió dejar de involucrarse en las decisiones nacionales”, lo definen en La Plata. Los desencantos se acumularon. No habrá teatralidad ni desplantes públicos como ocurriría si la protagonista fuera Elisa Carrió. Pero las diferencias que se abrieron entre el diagnóstico de Vidal y las decisiones que finalmente ejecuta Macri desde la cumbre del Poder Ejecutivo terminaron por convencer a la gobernadora de que es mejor tomar distancia, que nada volverá a ser como antes en la relación que comenzó más de una década y media atrás, cuando se conocieron en las oficinas de la fundación Sophia.
Los desencuentros alimentaron la desilusión. En las encrucijadas que sacudieron en la crisis al gobierno nacional, Vidal deslizó sugerencias en un sentido y Macri eligió un camino distinto. Cuando se definieron los cambios de gabinete de septiembre, la gobernadora pidió abrir el gobierno, incorporar figuras con fuerza política que amplíen la base de sustento y que quiebren la cerrazón de la mesa chica. Por el contrario, el Presidente rechazó la llegada de representantes de otras fuerzas políticas y el ámbito de discusión se redujo a menos voces.