En los proximos días arribará al país, en visita oficial, la presidente de la República de Croacia, Kolinda Grabar Kitarovic, quien mantendrá encuentros con el presidente Mauricio Macri, la vicepresidente Gabriela Michetti y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
Se prevé que, entre otros, se firmen acuerdos de contenido cultural, de intercambio de estudios entre jóvenes de ambos países y de temas vinculados a la seguridad.
Vale recordar que Argentina nuclea a la tercera colectividad croata en el mundo, luego de las de Estados Unidos y Canadá y a la par de la de Alemania, considerando a croatas y descendientes de primera, segunda y tercera generación. Se trata de una comunidad muy activa que ha aportado mucho al desarrollo argentino, tanto en lo tecnológico como en las ciencias, las letras y el arte desde diversas asociaciones como el Hogar Croata, el Instituto Cultural Croata y desde otros centros culturales, colegios, centros religiosos, coros musicales y agrupaciones tradicionalistas, entre otras.
La Asociación de Instituciones Croatas en Argentina reúne a la mayoría de ellas, superando el numero de treinta las asociaciones existentes en el pais. Asimismo, la Cámara de Comercio Argentino-Croata, que brindará una comida en honor a la visitante y su comitiva, representa a empresas y empresarios argentinos-croatas.
Dentro de lo que se considera una relación fraterna de largo tiempo, merece mencionarse a la publicación “Studia croatica”, que se edita en el país desde hace 46 años abarcando en sus páginas temas y estudios sobre historia, filosofía, religión, arte, literatura y patrimonio cultural, y que tiene como objetivo ser un reservorio de identidad y memoria histórica para las generaciones presentes y venideras de origen croata-argentino.
La escritora argentina de origen croata Carmen Verlichak, entre otra obras, publico en 2004 ¨Los croatas de la Argentina”, con prólogo de Bartolomé de Vedia, en la que se explaya en recuerdos e historias de las familias croatas que desde finales del siglo XIX y principios del XX, más los arribados a estas playas a partir de 1945, huyendo del comunismo, que eligieron a nuestro país como su patria.
Deeb recordarse un hecho trágico y silenciado por años, la masacre de Bleiburg y “las marchas de la muerte”, donde fueron entregados, ya rendidos, por decisión del gobierno británico y cediendo a la presión de Josef Stalin, militares y civiles croatas, eslovenos y de otras nacionalidades que fueron masacrados por los partisanos comunistas de Tito y enterrados en fosas comunes. Se estima que en total fueron asesinadas 300.000 personas, ya finalizada la Segunda Guerra Mundial.
Producida la muerte de Tito y la explosión del artificio político creado en 1918, Yugoslavia, recreada a partir de 1945 bajo el puño de hierro del régimen socialista, Croacia -al igual que Eslovenia y luego Bosnia seguida de Montenegro-, logró su nueva independencia tras una sangrienta guerra contra el poder centralizado de Belgrado, reconvertido en el gobierno de Serbia.
Nuestro país fue en los años 90 el primero de América en reconocer al nuevo estado independiente, siguiendo el camino de Austria, Alemania y el Vaticano, que lo habían hecho desde el inicio del conflicto.
La República de Croacia desde los primeros pasos dados como estado soberano, estableció su embajada en Buenos Aires, priorizando la gran colectividad presente en nuestro país, extendida en la Ciudad y en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Chubut, Mendoza, Chaco, Río Negro, Santa Cruz, Misiones y Tierra del Fuego, entre otros rincones del país, y la historia en común de ambos pueblos, que se enriquece hasta el presente.
Por el contrario, Argentina, que tiene una embajada en la capital de Serbia, Belgrado, heredada de la ex capital de Yugoslavia, no posee hasta hoy representación ni embajada en Croacia, en su capital Zagreb, donde es correspondiente el embajador argentino en Hungría.
Esta sinrazón debería ser revisada por nuestra política exterior y el gobierno de Cambiemos, dejando a un lado excusas de falta de presupuesto ya que poseemos embajadas en países sin la mas mínima vinculación cultural ni comercial, como si sucede con Croacia.
La visita de la presidente Grabar Kitarovic debería ser la ocasión para anunciar este justo reconocimiento a la rica relación entre la nación croata y la argentina, plasmada en los vínculos de sangre y de historia que se remontan desde el siglo XIX.