Así es de cruel la política: salvo el enflaquecido Sergio Massa, nadie más osó recordar anoche al pobre Santiago Maldonado, cuyo caso había teñido hasta la alarma las vísperas del 22-0.
Cómo si de Alemania se tratara, a las 24 o’clock ya habían terminado los discursos con el mapa argentino amarillado como telón de fondo. Cambiemos se aprovechó de la diáspora peronista y le sacó más de 20 puntos. Más legisladores en las dos cámaras y el horizonte de Mauricio Macri reelecto en dos años le han dado una fortaleza inédita a la coalición.
Cristina, con la evidencia de que ni Massa ni Florencio Randazzo pudieron mojar escaños y de que Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti mordieron el polvo, ya se ha declarado heredera única de los sueños de Perón y Evita. Su discurso “coacheado” y en clave opositora ha sido el sermón de la montaña para sus acólitos y una pésima noticia para el bloque social que soñaba con verla afuera de la arena, pero no para el cacumen del PRO que le seguirá sacando el jugo a la polarización con los fantasmas del pasado.
El comicio deja su saldo. Desde diciembre el macrismo engordará su plantel y sus 108 diputados precisarán de otros 21 para prosperar. Teléfono para Massa, qué tiene 22. Y los futuros 25 senadores del oficialismo requerirán de otros diez para imponer iniciativas o resistir embates. Llámenme, dice Miguel Pichetto, que en campaña había dado por muerto al Planeta K.
El lunes sólo descansan los peluqueros. La política ya se está cruzando “whatsappitos” porque la agenda es impostergable. La primera cita gorda es este miércoles y por Julio De Vido, a quien los pronósticos, después de la captura de Roberto Baratta y el procesamiento de unos cuantos funcionarios menores, lo consideran al borde del desafuero y la cárcel.
Pedazo de “road test” para lo que viene. CFK y su Unidad Ciudadana acaban de autoproclamarse líderes absolutos de la oposición. Pero antes deberán superar un par de escollos durísimos. Los mercados, que cada vez que pueden votan, como se ha visto en Cataluña, hace tiempo que han dicho que a más kirchnerismo, menos inversión.
Pero hoy más cruciales son los jueces y sus cédulas: será muy difícil que la líder carismática zafe de disgustos por Irán-Nisman, su fortuna personal y un rosario de causas. Si se observa la agenda de Comodoro Py, las malas noticias están a la vuelta de la esquina.
La prensa se enamora de tips. El trendtopic de estas horas son los “macrinomics”. O qué hará Mauricio con la papa caliente aprovechándose del envión. Los gurúes coinciden en que habrá más inversión y empleo, la inflación declinará pero lentamente y el déficit fiscal persistirá sostenido por el endeudamiento externo.
Por afuera de lo macro, en esta elección se ha delineado otro escenario. La marea de votos en los cinco grandes distritos, que además torció tradiciones en otros impensados como Chubut, La Rioja y Chaco, no es un dato menor. Cambiemos, al menos ayer, ha logrado romper la sinapsis de que es el peronismo y sus cambiantes banderas lo que asegura la prosperidad y la protección de los ciudadanos. La popularidad de María Eugenia Vidal y Elisa Carrió, como adalides de las luchas contra el narcotráfico y los negocios oscuros desde el Estado, tienen mucho que ver con ese fenómeno.
Como toda crisis, este enésimo ajuste en la Argentina está dejando vencedores y vencidos, prósperos y desheredados. Volvieron Gilda y los globos, llegó el segundo semestre famoso y la Argentina es hoy “a yellow country, para todos y todas”.
* Director de Mining Press y EnerNews