Esta vez ocurrió en la ciudad de Milwaukee, una de las más segregadas del pais. Los manifestantes incendiaron una estación de servicio y varios patrulleros.
Una vez más los estadounidenses amanecieron este domingo con imágenes de furia y batallas campales en el corazón de una ciudad importante, luego que cientos de manifestantes desataran su ira el sábado en horas de la noche en las calles de Milwaukee, en el estado norteño de Wisconsin, por la muerte de un joven negro armado a manos de la Policía.
Todo comenzó el sábado por la tarde, cuando dos policías detuvieron a dos personas en un auto.
Según informó el Departamento de Policía local, uno de los hombres tenía una pistola semiautomática, ambos huyeron a pie y, en medio de la persecución, un agente con seis años de antigüedad disparó y mató a uno de ellos.
Aún existen versiones encontradas sobre si el hombre apuntó su arma contra la Policía o si la pistola y la víctima estaban vinculados con crímenes anteriores.
Lo que sí se sabe es que en Milwaukee es legal llevar a la vista una pistola, que la víctima fatal tenía 23 años, vivía en la ciudad y, pese a que la Policía no quiso identificarlo ni decir a qué comunidad pertenecía, su muerte desató de inmediato la ira en los barrios de mayoría negra.
Alrededor de unas 200 personas, todas de ellas negras, salieron a las calles, tiraron piedras contra varios patrulleros y hasta prendieron fuego a una estación de servicio. En el momento más álgido de los enfrentamientos con los agentes, uno de los ellos resultó herido en la cabeza.
En plena madrugada la tensión escaló e hizo temer una verdadera crisis, especialmente cuando la estación de servicio ardía, las llamas crecían y dominaban el cielo oscuro, y los bomberos informaban a los medios de comunicación locales que no podían acercarse porque había tiroteos en la zona.
Aún no está claro quién disparaba en esa zona. Ni la Policía ni los medios informaron de heridos por tiros.
En medio de esa tensión, el alcalde de Milwaukee, Tom Barrett, habló ante las cámaras de televisión, pidió a las familias que llamen a sus hijos para que vuelvan a sus casas y prometió utilizar “todos los recursos necesarios para restaurar el orden” en las calles.
Horas después, volvió a hablar al público, informó sobre tres detenciones y anunció que las fuerzas de seguridad habían “restaurado el orden” y, por lo tanto, adelantó que empezarían a “reducir el despliegue” de policías antidisturbios.
Pese a que las calles quedaron desiertas, la tensión no desapareció en Milwaukee, la principal ciudad del estado de Wisconsin y una de las más segregadas de Estados Unidos, un país que mantuvo un sistema legal de separación entre blancos y negros hasta hace apenas 50 años.
Ser negro en Milwaukee. Los negros representan el 40% de la población de la ciudad; sin embargo, estadísticamente son los que más son expulsados del sistema de educación públicos y representan la gran mayoría de los presos en las cárceles locales.
Según las últimas cifras difundidas por National Public Radio, una red de radios públicas y privadas de todo el país, más de la mitad de los hombres negros de entre 30 y 49 años cumplieron penas de cárcel en el condado de Milwaukee.
Además, la constante tensión racial en Milwaukee tampoco es ajena a los casos de gatillo fácil contra negros que desataron masivas protestas en todo el país en los últimos años.
El mes pasado la ciudad protagonizó importantes protestas de la comunidad afroestadounidense en repudio a la muerte a tiros de Jay Anderson, un joven de 25 años, mientras que el año pasado salieron a rechazar la muerte de Tony Robinson, de 19 años, y el año anterior de Dontre Hamilton, un hombre de 31 años con antecedentes de problemas mentales.
Mientras la Policía y las autoridades de Milwaukee se concentraban en denunciar los actos vandálicos del sábado a la noche y en desplegar más policías en las calles, un concejal que representa el distrito donde se concentraron los disturbios, Khalif Rainey, repudió la violencia, pero alertó sobre el enojo social que subyace a las protestas.
“Toda esta comunidad ha sido testigo de cómo Milwaukee, Wisconsin, se ha convertido en el peor lugar para vivir para los afroestadounidenses en el país entero. Esta es una señal de alarma. ¿Hacia dónde vamos ahora, como comunidad?”, denunció Rainey en una conferencia de prensa en plena madrugada.
“¿Continuamos con las inequidades, la injusticia, el desempleo, la falta de educación que crean estas situaciones como las que vimos esta noche? La población negra de Milwaukee está cansada. Está cansada de vivir bajo esta opresión. Esta es su realidad. Esta es su vida. Esta es la vida de sus hijos”, agregó.